Los operarios de la empresa municipal Gespa apuraban la jornada de ayer para dejar listo el carrer Major, de cara a la Gran Cordà que se celebrará la madrugada del domingo al lunes. El tramo habilitado para el disparo, de unos 150 metros, se convierte en una auténtica jaula para proteger decenas de viviendas y comercios.
En total, está previto que un total de 353 tiradores entren en la zona de fuegos. Los 57 cajones serán cargados la mañana del mismo domingo y quedarán precintados en el interior del camión, que será custodiado por la Guardia Civil, que mantiene en secreto por seguridad el lugar y el itinerario que realizará hasta el carrer Major.
Una vez pase la bengala verde, los tiradores y tiradoras tendrán un tiempo aproximado de 20-22 minutos para quemar una tonelada de polvora en forma de 70.000 cohetes.
Este año, se instalarán dos relojes digitales visibles en toda la zona de fuego para que los tiradores controlen el trancurso de la Cordà y sepan del tiempo que disponen en cada momento para repartir las tiradas.
La otra gran novedad en forma de seguridad será la presencia de cuatro agentes de policía en el interior de la Cordà. Portarán unos intercomunicadores, colocados bajo la axila del traje de cuero como cualquier tirador, para vigilar y controlar los cuatro tramos del carrer Major. Estarán comunicados con el puesto de mando, instalado en el Ayuntamiento junto al hospital de campaña, y su presencia in situ les permitiría una rápida actuación y aviso en caso de incidente. El dispositivo se completa con dos coordinadores sanitarios, seis médicos y once enfermeros y una UVI móvil.
Además, se mantienen medidas impulsadas en los años anteriores como los brazaletes luminosos con un chip que recoge información personal sobre los participantes como nombres y apellidos y una foto identificativa, el botón de encendido de las luces que insta a los tiradores a dejar de tirar cohetes por un incidente o la pintura luminosa en los portales para conocer su ubicación en caso de emergencia.
