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La Cordà que 'incendió' València en los sesenta

Paterna recreó varios años el espectáculo de fuego en la plaza del Ayuntamiento durante las fallas

Tiradores que participaron en la Cordà de 1965 en València Paternateca

La Cordà de Paterna fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2017. El reconocimiento oficial al espectáculo de fuego que «incendia» el Carrer Major el último domingo de agosto, era el fruto de décadas de trabajo y proyección fuera de los límites de la Villa. Entre muchas de las acciones de promoción queda para el recuerdo la celebración de la Cordà durante varios ejercicios falleros en la misma plaza del Ayuntamiento del cap i casal. Pólvora en la capital de la pólvora.

Corría el año 1965. Gerardo Salvador era el alcalde de Paterna. También un afamado empresario, propietario de Galletas Río. Ambos cargos le daban la proyección y la relación necesarias para plantear a las autoridades de València la posibilidad de recrear una Cordà en la entonces Plaza del Caudillo, con motivo de las fiestas de las Fallas. La firma alimenticia correría con los gastos.

La noche elegida fue la del 14 de marzo, en la previa de la gran plantà. Así lo contaba días después Chanzà en su crónica en el diario Levante. También hizo lo mismo Vicente Cardona en el libro de las Fiestas Mayores de 1965. Bien entrada la noche, la comitiva salió desde Paterna en dirección a la capital. Viajaban en furgonetas y camionetas de reparto de Galletas Río. Gerardo Salvador encabezaba la expedición, que fue recibida a la entrada de València por motoristas de la Policía Local.

La recreación fue fiel a la Cordà de Paterna, aunque a menor escala. Incluso Elies, el alguacil de la Villa, formaba parte de la comitiva para anunciar el comienzo del espectáculo. Primero, el medio centenar de tiradores recorrieron en dos filas alrededor de la plaza. Portaban tenazas e iluminaron la plaza valenciana con el fuego y la luz que desprendían largos cohetes.

En la tribuna, contemplaban el espectáculo las autoridades de la época: Antonio Rueda (Jefe Provincial del Movimiento), Adolfo Rincón de Arellano (alcalde), Juan Martí Belda (presidente de la JCF) y María José Carmena (fallera mayor, junto con su corte). Los balcones estaba llenos a la espera del plato fuerte.

Para ello, se habilitó una jaula metálica de dos metros de altura. Los tiradores fueron entrando uno a uno con sus cajones. Iban equipados con el traje oficial de la Cordà: ropa de cuero, botas y casco. También el brazalete con un número identificativo. En poco más de diez minutos se quemaron más de trece mil cohetes. Chanzá relata que no hubo fallos ni heridos, solo el aplauso y la ovación de los asistentes en el bautismo de la Cordà en el cap i casal. Gerardo Salvador recogió el «Bunyol» de plata en reconocimiento al espectáculo que Paterna acababa de dar.

Entre aquellos tiradores estaba Casto Torres, chófer durante 42 años de Gerardo Salvador. «Participé todos los años que se celebró la Cordà en València. La gente vibraba y aplaudía porque no lo habían visto nunca», relata. Torres, de 82 años, recuerda que algunos de los tiradores incluso subían al balcón del ayuntamiento después de cada disparo, al igual que los pirotécnicos de la mascletà. «Subían y saludaban, pero yo siempre me pequedaba abajo», revela.

La recreación de la Cordà durante las fallas se prolongó hasta 1968, en la que la cifra de cohetes disparados alcanzó los 24.000. Ya en los setenta (1973), la falla Dos de Mayo participó en la Cabalgata del Reino, con una carroza en forma de jaula metálica en la que un pequeño grupo de tiradores encendían cohetes en su interior.

La última vez que se disparó una Cordà en València se remonta a 1996. El impulsor fue el entonces concejal de Fiestas, Luis Camps. Esta vez se trasladó el acto al antiguo cauce del Turia, concretamente junto al Gulliver. Para ello se habilitó una gran jaula, en lo que sería el embrión del actual cohetódromo. La comitiva paternera estaba formada por unos 140 tiradores, que hicieron estallar alrededor de 50.000 cohetes.

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