Los hechos ocurridos en la madrugada del viernes al sábado en Quart de Poblet no son un episodio aislado de violencia. Ni una trifulca de unos chicos del pueblo que se pasan con el alcohol y acaban a tortazos. En realidad, las reyertas de Quart están conectadas con las acontecidas en poblaciones vecinas o cercanas de l'Horta Sud que ya sufrieron a estos pandilleros en sus macrofiestas. Picanya, Albal y Aldaia, hace pocas semanas, también vieron como hasta 600 y 700 personas se enzarzaban en peleas «organizadas», con decenas de alborotadores desplazados al lugar exprofeso para pelearse.

En Quart, los agentes de la policía no daban abasto para separar y contener a estos grupos diseminados que se agredían entre sí. En Albal, a final de julio, y según relató el propio alcalde Ramón María en declaraciones a EFE, el modus operandi era el mismo. Decenas de jóvenes se citaron por las redes sociales con el único objetivo de pegarse. De hecho, para poder recuperar el control de la situación en Albal fue preciso que acudieran efectivos de la Guardia Civil y de otras policías de localidades cercanas. En Aldaia, también se produjo otra pelea masiva en la que acabaron tres jóvenes hospitalizados. Como reveló Levante-EMV varios de los identificados en Aldaia también participaron en otra violenta trifulca de Picanya. Por último, en Mislata, este año ya no se incluyeron macrodiscotecas en las fiestas para prevenir este tipo de altercados que alarman a los vecinos.