Cinco años y 10 meses de cárcel, 9.392 euros de indemnización y 432 euros de multa. Ese es el castigo para un hombre de 43 años como resultado de los delitos contra la seguridad vial, atentado, lesiones y hurto, que le mantienen entre rejas desde 2017.

La última de estas infracciones la cometió en Sagunt de madrugada, cuando «se apoderó» de las llaves del coche de una vecina de la capital comarcal, que dormía en su casa. Horas después y al volante de ese vehículo fue cuando trató de escapar de una patrulla de la Policía Local de Torrent, a la que embistió, causando heridas a los agentes de servicio.

En el origen de la persecución, el condenado también robó en Sagunt un teléfono móvil, una bicicleta, una tarjeta bancaria y las llaves de la vivienda de la misma vecina, quien reconoció durante el juicio que se durmió tras ingerir de forma voluntaria una pastilla que le dio el hombre.

La mujer consiguió que las sentencias emitidas en primera instancia por el juzgado de lo penal nº 18 de València y por la Audiencia Provincial tras el posterior recurso le reconocieran el derecho a ser indemnizada con 149 euros por el móvil y 8.539 euros por los daños ocasionados en su vehículo. Entre los desperfectos del turismo se encontraban abolladuras en la carrocería y los laterales, daños en las puertas y las aletas, un retrovisor desprendido, la dirección rota, una rueda doblada y el airbag activado.

Y es que, unas horas después del hurto, el hombre, natural de Alaquàs, fue abordado por agentes de la policía de Torrent al circular de madrugada con las luces apagadas. Tras comprobar que se había denunciado el robo del vehículo, los agentes se apearon del suyo para aprovechar que el sospechoso se había parado, momento en el que este hombre «con la intención de menoscabar el principio de autoridad y la integridad física ajena dio marcha atrás impactando contra el coche policial, cayendo al suelo los agentes», según los hechos probados.

El acusado emprendió entonces la huida «a gran velocidad» y por momentos en dirección prohibida, con los agentes pisándole los talones mientras alertaban a los vecinos por megafonía de la peligrosidad de la situación. La persecución acabó en una caseta de obra contra la que chocó el acusado, que lejos de acabar con su resistencia «intentó iniciar nuevamente la marcha, impactando contra el vehículo policial».

El condenado, con antecedentes penales por atentar contra la autoridad y robo con violencia, todavía pateó y braceó en durante la detención, cuando los agentes ya pudieron comprobar que estaba bajo los efectos del alcohol y las drogas. Los policías sufrieron lumbalgia y hematoma postraumáticos, así como dolor en rodillas y muñecas, que en ambos policías requirieron «10 días de pérdida temporal de calidad de vida y un día de pérdida de calidad de vida moderado».