Los usuarios del hogar del jubilado de la parroquia de San Francisco de Paula de Xirivella apuraban este viernes sus últimas partidas de dominó y truc, antes de que el local cierre sus puertas esta tarde tras la denuncia de la Policía Autonómica por carecer de licencia de actividad. La persona que se encarga de la cafetería del local explica que no sabe la hora de cierre concreta y que dependerá del suministro de bebidas y café que le quede. Pese a la resignación por la fecha de caducidad del lugar que frecuentan cada día, los ánimos siguen calientes y los mayores mantienen su malestar, culpando al nuevo párroco de la clausura.

Tal como adelantó este diario, una inspección rutinaria de la Policía Autonómica detectó en el hogar del jubilado, anexo y propiedad de la iglesia, "irregularidades no subsanables", según la versión que ofreció a este periódico el arzobispado. En este sentido, fuentes de la Generalitat atribuyeron el expediente a la falta de licencia de actividad, y que la parroquia no había formulado alegaciones en el periodo establecido, por lo que la posible sanción u orden de cierre no se había tramitado por el momento.

El local abrió hace casi cuarenta años. Primero era sufragado por las cuotas de una asociación de usuarios, pero al desaparecer esta, la iglesia pasó la gestión del local, con el servicio de cafetería incluido. La última gestora permanece en el hogar desde el año 2003. Tras la inspección, el párroco, recién llegado hace mes y medio, decidió resolver el contrato con la encargada con el fin de evitar las sanciones que podría acarrerar. Además, reveló que el local se había convertido en todo menos en un hogar del jubilado.

Los mayores seguían acudiendo este viernes al hogar del jubilado. Seguían alrededor de las mesas con sus partidas de dominó y cartas, leyendo el periódico y tomando alguna cerveza. También mantenían la indignación por el cierre con el sacerdote en el punto de mira. "No sabemos la causa cierta del cierre, porque si no hay licencia de actividad, la empresa de la máquina tragaperras no puede instalarla, y ha permanecido aquí durante años", decía un usuario habitual. En este sentido, aseguraban que el cura "nos deja en la calle pero no ha venido a decirnos nada, ni porque lo cierra ni nada". La parroquia, en el citado comunicado, revela que podría destinar el inmueble a fines sociales. "Si no tiene licencia para una cosa, tampoco la tendrá para otra, no?", pregunta un usuario. "Como soy vecino, si oigo ruido o molestias, llamaré a la Policía para que comprueben los permisos", advertía. Sobre los comentarios de posibles malas prácticas o costumbres argumentadas por la parroquia y la feligresía, los mayores los rechazan de plano. "Aquí no se fuman porros", sentencian.

El alcalde Michel Montaner anunció que informaría a los mayores de que existen otros hogares cercanos. "Aquí no ha venido nadie, pero no hace falta que venga a decirnoslo. Ya sabemos que hay hogares del jubilado cerca, pero están saturados", denuncian.

La encargada del local procedía durante toda la jornada a recoger enseres y acabar con los suministros. "Cerraré esta tarde, pero no sé la hora. Dependerá de lo que me quede. Tienen que venir a por la cafetera", apuntaba. Sin entrar en polémica, apuntaron que "ahora seguiremos trabajando, que la vida no se acaba aquí. La vida sigue". Deberá entregar las llaves el sábado.

Los jubilados de Xirivella sacan las partidas de cartas a la calle

Los jubilados de Xirivella sacan las partidas de cartas a la calle

Protesta en plena calle y presencia policial

Los mayores usuarios del hogar del jubilado realizaron el miércoles una protesta por el cierre. Por la tarde sacaron las mesas a la calle y se pusieron a jugar al dominó y a las cartas frente a las puertas de la parroquia. El sacerdote llamó a la Policía Local, porque había una manifestación y estaban aporreando la puerta de la iglesia. Hasta allí se desplazaron dos patrullas de agentes, que comprobaron que se trababa de una concentración pacífica. Tras averiguar los motivos y comprobar las infracciones que han obligado al cierre, dieron por zanjado el asunto y se marcharon al considerar que era una cuestión reivindicativa y no policial. Los jubilados siguieron con su protesta pacífica y el párroco llamó a la Policía Nacional en torno a las 20 horas, que también acudieron a la zona. Tras un intercambio de impresiones, los mayores recogieron las mesas y se marcharon a casa.