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Tradiciones

Un cuarto de siglo de nueva 'carxofa'

Cant de la Carxofa a la Mare de Déu en el año 2006. a. alaquàs

El Cant de la Carxofa es una de las tradiciones más arraigadas en algunas poblaciones de l'Horta Sud como Alaquàs, Aldaia o Silla, y una nueva fuente de participación cultural para los municipios que la han recuperado: Catarroja, Quart de Poblet y Picassent. Aunque en esencia, la representación del motete es similar a la que se cantaba hace más de un siglo, se han producido algunas «innovaciones dentro de la tradición en el proceso» que la han enriquecido. Este es el caso de Alaquàs, un municipio donde hace 25 años, cuando se gestaba el nacimiento de la edición de l'Horta de Levante-EMV, la clavaría del Crist de la Bona Mort decidió impulsar dos grandes novedades: la construcción de un nuevo artefacto, inspirado en la 'magrana' del Misteri d'Elx, y la convocatoria de un procedimiento público para seleccionar al niño o la niña que le pusiera voz.

El actual presidente de Amics i Amigues de la Carxofa, Paco Pons, que era clavario ese año, recuerda que aquellas dos iniciativas se adoptaron por el grupo de clavarios y la Diputació de València, cuya cartera de Cultura la ocupaba el torrentino Josep Bresó, concedió 500.000 pesetas para encargar el artefacto al taller de Manolo Martí.

Para la convocatoria pública, la clavaría acudió a la Unió Musical, que presidía José María Planells, y de esta escuela salieron los primeros aspirantes, que tuvieron que pasar una prueba técnica supervisada por el entonces director de la banda, Francesc Cabrelles; el de l'Orfeó Polifònic, Cayetano Taberner, y el del extinto Cor Cant i Cantors, José Lara. La selección y el estreno de la nueva 'Carxofa' tuvieron tanto éxito en la población que, al año siguiente, surgió un grupo estable de personas para velar por la tradición, y no solo se sumaron los festeros del Crist sino también los de la Mare de Déu de l'Olivar.

«José María Planells tuvo la visión de que había que abrir la convocatoria al pueblo, a través de los colegios, y que el ángel tenía que elegirse por votación popular», rememora Pons.

Y así surgió la emblemática Prova de Veu, que iniciamente se realizaba en las parroquias y, desde 2003, en el Castell, cuando el consistorio lo adquirió.

Como directores de la banda durante la interpretación del motete, Pons destaca al fallecido Paco Serrano, a David Gómez Zambrano, a Miguel Ángel Lino Sorlí y a Enric Parreño. Y entre las personas que se han encargado de formar a los niños y niñas aspirantes, cabe señalar a Pepa Cervera, que «inició el proceso y trabajó mucho en esos primeros tiempos» y a la actual profesora Rut García.

Con el paso de los años, Amics i Amigues de la Carxofa junto a la Unió Musical han ido implementando pequeñas novedades para que el proceso «sea más transparente y tenga más calidad», opina García.

Una de ellas fue la decisión de abrir al público asistente la preselección técnica que, días antes de la gran prueba, pasa la treintena de escolares de cada año. De este paso, cuya decisión la toman profesionales del mundo de la música, salen los tres aspirantes a cantar la Carxofa del Crist y otros tres para la de la Virgen. Los seis se someterán posteriormente al dictamen del jurado popular en el Castell.

Además, en los últimos años, ambas organizaciones culturales han impulsado la creación de un coro vinculado a la Carxofa, que comenzó con un pequeño grupo que ensayaba cada 15 días y que se sumaba al alumnado del curso intensivo que se realiza en verano.

En el curso 2019-2020, cambia la modalidad y hay dos sistemas para participar en ese coro: la de asistencia a clase quincenal, y una propia en la escuela de música ligada a la asignatura de canto. Con todos los y las participantes de ambas, más los que se apuntan directamente desde los colegios, en la campaña que se realiza el primavera, y acuden al curso intensivo, se conforma el grupo total de aspirantes.

«Cada vez va subiendo más el nivel porque cada vez vamos poniendo criterios más objetivos y más transparentes. Cada vez vamos dando más importancia a los aspectos técnicos», explica Rut García.

Hasta ahora, el proceso se costeaba por las clavarías mientras que en 2020 será el consistorio el que asuma este gasto para garantizar la pervivencia de la tradición.

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