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Patrimonio

Catarroja negocia la donación de la antigua Fábrica de conservas para restaurarla

El consistorio quiere poner en valor y darle uso a este edificio con fachada de estilo modernista del s XX, víctima de vandalismo

La vivienda afectada por el proceso. c. garcia

Entre los tesoros patrimoniales con los que cuenta Catarroja se encuentra la Fábrica de Conservas El Quijote. Se trata de posiblemente el último vestigio que la Catarroja industrial de la primera mitad del siglo XX, que además cuenta con una fachada de estilo modernista recubierta completamente por elementos cerámicos que le dan un gran valor y que motivó que el ayuntamiento lo incorporase en el catálogo de bienes y espacios protegidos como Bien de Relevancia Local (BRL).

Sin embargo el estado actual que presenta el edificio es deplorable. Además de que parte de sus azulejos han sido expoliados, la zona inferior de la fachada ha sido víctima de grafiteros, que no han dudado incluso en pintar por encima de los azulejos de cerámica de gran valor.

Una situación que el Ayuntamiento de Catarroja no quiere que se agrave más, pero el problema es que la fábrica es de propiedad privada. «Hace un par de años ya instamos a los propietarios para que mantuvieran el edificio y, ante su pasividad, tramitamos el oportuno expediente sancionador», señala el edil de Urbanismo Martí Raga. Sin embargo, los propietarios no tienen interés en el edificio y es por eso que el consistorio ha iniciado una serie de contactos para obtener la donación de esta fábrica.

«Ya he trasladado esta opción al equipo de gobierno, pero primero tenemos que analizar los pros y contras y ver si la posición de la donación es viable . Yo, particularmente, estoy a favor de esta opción porque creo que es un edificio singular que debemos poner en valor», explica Raga.

Enclave excepcional

La Fábrica de Conservas El Quijote se construyó a principios del siglo XX, en torno a 1920, en el barrio de Les Barraques de Catarroja. Su propietario era Salvador Escribá, como se puede comprobar en la contraportada del programa de las fiestas patronales de San Miguel de 1926.

El edificio es una nave industrial rectangular, cubierta de teja alicantina que linda por una parte con el Camí Vell de Russafa, y por el otro a las vías del ferrocarril. La parte más importante y más valiosa es la fachada oeste, que da precisamente a las vías del ferrocarril y es perfectamente visible desde la estación de tren, justo enfrente.

«Si no hay problemas con la donación y posterior restauración, Catarroja ganaría un espacio singular, que se puede utilizar para punto de información del polígono o incluso como punto de inicio de la ruta cicloturista ya que, al estar al lado de la estación, pueden llegar hasta aquí con la bici y luego iniciar la ruta hacia el Parc Natural», explica Raga.

Vallado contra expolios

Su situación enfrente de la estación no es casual. Según el arqueólogo y defensor del patrimonio local Miquel R. Marti -un escrito suyo en el ayuntamiento propició que el entonces alcalde Francisco Chirivella colocara un vallado alrededor de la fábrica al ver a una persona arrancar un azulejo- «el tren traía las verduras desde Murcia y Alicante y descargaban directamente allí, donde ya tenían los envases de metal elaborados y preparados para empaquetarlos».

Martí explica también que este esplendor industrial acabó con la guerra civil. «Durante este periodo fue cooperativizada por los obreros y sufrió un duro golpe del que ya no pudo recuperarse, señaló. El arqueólogo también pone en valor la fachada, donde se observa el rótulo «Fábrica de conservas» destacando en la zona central un panel alusivo a Don Quijote con el anagrama de «marca registrada». «Es un modernismo industrial valenciano de Manises precioso, es una joya en si mismo que hay que proteger», sentencia.

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