El feminismo, con más de 300 años recorridos, es responsable de gran parte de las transformaciones sociales de calado de las que hoy disfrutamos.

En toda Europa, el asociacionismo femenino resurgirá en los años 70 antes de que las políticas de igualdad se incluyan en la mayoría de los gobiernos democráticos. En la Comunitat Valenciana y en la comarca de l'Horta Sud, el movimiento asociativo de mujeres en esos años se caracteriza por asociaciones de amas de casa, que perduran en la actualidad. En ellas, las mujeres se autoorganizan con sororidad y ayuda mutua. Supondrán un paso importante frente al aislamiento de la vida doméstica, ya que estas experiencias asociativas contribuyen positivamente a otros procesos de participación, de aprendizaje y de desarrollo igualitario.

En 1975 La Organización de las Naciones Unidas declara el «Año Internacional de la Mujer» como respuesta al impulso que venía tomando el feminismo. En ese año, la Fundació Horta Sud publica un informe sobre las propuestas recogidas en reuniones mantenidas con colectivos de mujeres que empiezan a ponerse en marcha dentro de las asociaciones de cabezas de familia, con iniciativas que supondrán las primeras guarderías, clases de alfabetización o la sensibilización para la planificación familiar.

El movimiento feminista valenciano se articula también en estos años tras la dictadura de Franco. Aparece el Movimiento Democrático de Mujeres (MDM) del PCE y las primeras asociaciones legalizadas: Mujeres Juristas, Mujeres Separadas o Mujeres Universitarias.

En 1977 se celebrarán las «I Jornades del Moviment Feminista al PV», iniciándose un periodo de fortalecimiento con importantes luchas en las calles y batallas judiciales en torno a la despenalización de anticonceptivos, el adulterio, las agresiones y violaciones contra las mujeres, el divorcio y el aborto. También se desarrollarán actividades de concienciación en barrios y pueblos a través de las asociaciones vecinales.

Con la Constitución Española y constituida la Generalitat Valenciana, los años 80 son muy activos para el asociacionismo en general y en particular para el feminismo valenciano, que exige el derecho al aborto. La llegada del PSOE en 1983 al gobierno del Estado marcará un avance significativo con la creación del actual Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades.

Surgen importantes asociaciones y colectivos feministas como Mujer y Salud (más tarde una parte será Mujeres de Negro), la Comissió 8 de Març que con otros grupos fundará en 1986 la Casa de la Dona de València; y las mujeres socialistas que en 1987 constituirán la Federació de Dones Progressistes del País Valencià, presentes en diferentes municipios de l'Horta Sud.

En los 90 las políticas municipales implementan actuaciones en materia de igualdad, se profesionalizan y especializan los recursos; paralelamente se reducirán las movilizaciones en las calles mientras el feminismo se posiciona en el ámbito académico e institucional.

En 1999 se realiza la «I Trobada de Dones de la Comarca de l'Horta Sud» y en 2005 se constituye la asociación «Dones de la Comarca de l'Horta Sud», integrada por las asociaciones: Aloma Benetússer, Dones Progressites Paiporta, Dones Progressites Silla, Col·lectiu Dones Silla, Femení Plural Aldaia, Dones Progressites Massanassa, Dones Progressites Picassent, Carmelina Sánchez Cutillas Alcàsser, Dones Grans València, Àntigona València y Dones en Marxa València.

Dones de la Comarca de l'Horta Sud creará la «Escola de Ciutadania en Femení, Maria Moliner» destinada a la formación y los estudios de género. Desarrolló su actividad hasta 2019 con el apoyo de entidades como Florida Universitària, laMancomunitat de l'Horta Sud, la Fundació Horta Sud, Caixa Popular i la Federació de Dones Progressistes P.V.

Durante estos años se desarrollarán otras muchas asociaciones y colectivos feministas en los diferentes municipios de la comarca. Actualmente, la lucha feminista ha recuperado las calles. Las experiencias de las mujeres y organizaciones que abrieron el camino son raíces que han crecido, desarrollando un movimiento global, necesario y urgente que se hace visible y fuerte en buena parte del planeta.

Así, «El Tren de la Libertad» contra la reforma del aborto de Gallardón, el #NiUnaMenos de 2015, las movilizaciones alrededor del caso de «la manada», los cuidados como frente de lucha hacia las huelgas feministas sin precedentes de 2018 y 2019, junto al avance de la extrema derecha, sitúan la agenda feminista ante un nuevo escenario y llenan de mujeres jóvenes las calles, las asambleas y los grupos organizados: colectivos y asociaciones feministas son más intergeneracionales que nunca y caracterizadas por la diversidad, el debate y el encuentro en lo común.

Es evidente que las mujeres, cada día, incidimos en todo lo que ocurre en la vida y que, en la medida en que se reconoce el papel político y transformador del feminismo, se intensifican las voces cavernarias que lo atacan. Es evidente que el patriarcado no ha muerto: 2019 fue el año en el que la extrema derecha rompió el consenso institucional sobre violencia machista y el año en que 55 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas, la cifra más alta desde 2015.

Las mujeres hemos recorrido juntas un largo camino. Sabemos que el patriarcado es una creación humana y por lo tanto vulnerable. Hemos aprendido a organizarnos. Las jóvenes feministas son muchas y no están dispuestas a retroceder. Ellas son las herederas de la lucha y la esperanza. Si decidimos que queremos un futuro diferente podremos alcanzarlo. Es tiempo de políticas feministas que reconstruyan el abrazo social por abajo, tejiendo comunidad, garantizando los derechos y asegurando el porvenir, porque, como dice Amelia Valcárcer, «la igualdad y la libertad no pertenecen al orden espontáneo de las cosas».