Después de cortarse el teléfono una decena de veces y hasta de que le prohibieran hablar por teléfono dentro del autobús, conseguimos hablar con Raquel Gradolí,presidenta de la Junta Local Fallera de Silla y cabeza visible de la expedición de 28 falleros de la localidad que el viernes se fueron hasta Paris para vivir la presentación como fallera mayor infantil de la casa Regional Valenciana de París de Emma Testu Fernández, nieta de una vecina de Silla.
«Ha sido increíble, una experiencia que no vamos a olvidar nunca», relata después de hacer las maletas aún en París. El grupo vuelve hoy a causa del temporal.
Estos falleros y falleras de Silla no dudaron en recibir la invitación oficial de la Casa Regional de Paris promovida por Elvirine, abuela de Emma, que emigró de Silla a la capital gala cuando tenia doce años, y organizaron un viaje desde el viernes hasta el lunes (que se ha prolongado).
«El sábado nos montaron una recepción oficial en lo que ellos llaman el casal de París, se portaron con nosotros super bien, nos dieron de comer, de beber , no pudimos pasarlo mejor», explicaba.
Aunque el momento más emotivo fue sin duda el acto de presentación. «A Emma la peinó Vicen, una fallera que vino con nosotros desde Silla y le vistieron mi madre, que es muy amiga de Elvirine y la tía de Emma. Fue todo muy emotivo», recuerda.
Emoción también la que se vivió durante la exaltación sobre todo cuando Marcos, un niño también fallero de silla, hizo de mantenedor de Emma.
Después toda la expedición se marchó con Emma a Trocadero donde se pueden hacer las mejores fotografías con la Torre Eiffel de fondo. «La gente alucinaba viendo cómo íbamos vestidos, sobre todo los chinos no paraban de hacernos fotos», relata Raquel.
Nostalgia de la «terreta»
Raquel Gradolí, de la estancia de tres días en la Casa Regional de Paris s se lleva sobre todo la nostalgia que todos los valencianos tienen de volver a su tierra. «Todos nos decían que como la «terreta» no hay ningún sitio mejor para vivir y que la echaban mucho de menos», reconoce con algo de tristeza.
Pero también se lleva la alegría de Elvirine. «No cabía en sí de ver que tanta gente se había desplazado desde Silla a París para compartir ese día con su nieta. Solo por eso ya vale la pena haber ido. Esto ya es algo que nos guardaremos para siempre», concluye.
