En la semana del 4 al 8 de febrero de hace 25 años, las paginas de la nueva edición de l'Horta de Levante-EMV contaban noticias que tanto abordaban conflictos laborales, como protestas vecinales y los típicos líos en plenos y candidaturas políticas. Como si no hubiera pasado el tiempo.

Así, Julia Ruiz relataba que los trabajadores de la empresa Gamar se encerraron en la Casa Consistorial de Xirivella en señal de protesta por el expediente de regulación de empleo que afectaba a 110 operarios de la mercantil dedicada a la distribución de productos de alimentación. Unos ochenta personas, entre miembros del comité y trabajadores, ocuparon el edificio municipal durante más de diez horas para pedir que la firma revocará su decisión. Así, el alcalde José Santamaría trató de mediar con los dirigentes de la empresa.

También en Burjassot se produjo una movilización relacionada con el mundo laboral, aunque distinta de la de Xirivella. Juan M. Carretero daba cuenta de que los comerciantes del municipio recogieron más de 4.000 firmas para mostrar su rechazo al proyecto urbanístico en la zona de Ademúz y que incluía una gran área comercial, lo que años más tarde se convertiría en el actual Parque Ademúz. En este sentido, la Plataforma por la Defensa de la Huerta, afectada por la actuación, y el Pequeño Comercio advertía que la ejecución del proyecto «significará la ruina para Burjassot y otras poblaciones de l'Horta en un radio de unos 12 kilómetros».

Hace 25 años también había plenos tensos y conflictos en las corporaciones, aunque los tripartitos sería una cosa del futuro. José Luis Arnal firmaba la crónica de la sesión plenaria de Torrent, en la que los concejales de los grupos de Unión Valenciana y de Esquerra Unida abandonaron el pleno por la «prepotencia» del PSOE. Según su relato, la corporación afrontaba el debate de los presupuestos para el ejercicio de 1995, por valor de 3.650 millones de las entonces pesetas, de los cuales 715 millones se destinarían a inversiones como la conclusión de l'Auditori o el inicio de Parc Central. Pero la oposición no comulgaban con la aplastante mayoría socialista. Primero sería Modesto Ortega (EU) el que dejaría el pleno, después de acusar al gobierno de Jesús Ros -sí, el mismo de ahora- de «manipulación, prepotencia y falta de diálogo con la oposición». Le siguió el concejal de UV José María Veguer, que también criticó el caso omiso que el ejecutivo socialista hacía a sus propuestas. «Otros que se van porque no tienen nada que decir», ironizó Ros.

Las elecciones municipales estaban a la vuelta de la esquina (Mayo, 1995) y las formaciones locales ya perfilaban sus candidatos y listas. También entonces se buscaba el tirón de cierto vecino local con renombre. Eso buscó Francesc Baixauli para el PSOE de Silla. Lo contaba J. C. M., que revelaba que el alcalde socialista había ofrecido al sillero Benito Floro, entonces entrenador del Albacete y extécnico del Real Madrid, que formara parte de la candidatura del PSOE en los comicios locales. Al menos mantuvieron dos reuniones para incorporar a Floro, que acabó rechazando la oferta al considerarlo incompatible una opción política con su profesión.

José Ferrís, presidente de la Fundació Caixa Torrent, repasaba en una entrevista el presente y futuro de la comarca. A preguntas de J. C. Martí, el dirigente aseguraba que en l'Horta Sud «hay muchos valores que solo están verbalizados pero que no están asumidos. Hay mucha gente que se preocupa en la comarca, pero esta preocupación después no se traduce en hechos». Y ya entonces, Ferrís proclamaba que la «voluntad de hacer comarca, desde hace años, es ir contracorriente, ya que la atracción de València es brutal. Sin embargo, creo que Torrent tiene que asumir que, de verdad, la capitalidad de la comarca. El sentimiento comarcal existe gracias al trabajo constante de varios colectivos». Y iba más allá: «la economía no vertebra l'Horta Sud. Lo único que vertebra, repito, son los servicios socioculturales».

Y las quejas vecinales por fallas y verbenas también se producían hace cinco lustros. Los residentes de la Plaça de la Llibertad de Torrent anunciaban una campaña de boicot a los festejos que allí se celebraban, así como reclamando más presencia policial.