De igual manera que un político no debe prometer lo que sabe que no puede cumplir, tampoco debe promover lo que no es seguro que sea un beneficio para las personas. El 28 de febrero, este diario publicaba la noticia de que el pleno de Paiporta había aprobado una moción del PP para solicitar a la Conselleria la inclusión de la vacuna del Papiloma Humano en el calendario, también para los niños, con los votos de PSOE y Cs.

La noticia destacaba alguno de los argumentos favorables pero ninguno de los que se adujeron en contra. La razón de este artículo es darlos a conocer al público lector, al tiempo que reflexionar sobre este tipo de actuaciones políticas. Compromís se opuso a la moción por considerar que la petición no estaba justificada, ni desde un punto de vista técnico ni político y que, con ello, se estaba prestando un flaco favor a la ciudadanía, creando confusión e incertidumbre.

La vacuna del Papiloma Humano está incluida en el calendario para las niñas mayores de 12 años y se recomienda para jóvenes homosexuales hasta los 26 años, en la mayoría de países de nuestro entorno y en el nuestro. Esta vacuna no está recomendada para niños ni por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni en el Reino de España, por el Consejo Interterritorial de Salud, formado por el Ministerio y las comunidades autónomas, para adoptar las decisiones sanitarias con una base científico-técnica.

Desde Compromís entendemos que el ejercicio de la actividad política exige una actitud de máxima responsabilidad, ya que impacta de forma muy importante en la vida de las personas. La política ha de responder a los anhelos y las exigencias de la ciudadanía y ha de estar atenta al conocimiento que proporciona la ciencia. Para ello los políticos se rodean de personal técnico y científico y, sobre la base de sus informes, toman decisiones lo mejor informadas posible. Tomar decisiones poco informadas en política, como en otro aspecto de la vida, puede ser peligroso y es, como poco, irresponsable.

Lo es, a nuestro entender, promover la vacunación de los niños contra el virus del papiloma, una decisión que requiere un acuerdo técnico al que no han llegado las autoridades sanitarias. ¿A qué político se le ocurriría, por ejemplo, construir un puente sin los informes técnicos, no solamente de la propia construcción, también los relativos a la movilidad, impacto ambiental y otros?

Pues lo mismo debería ocurrir con la salud, uno de los aspectos que más preocupan a las personas y más complejos. Disponemos de un sistema sanitario en el que la mayoría confiamos porque ha demostrado ser capaz de dar respuesta de manera razonable a nuestras necesidades individuales, como pacientes, y a las colectivas, en el caso de brotes epidémicos. Pensamos que solicitar la inclusión de una vacuna o cualquier otro procedimiento preventivo o terapéutico sin el aval técnico-científico necesario no es responsable, crea incertidumbre, introduce en la población la sospecha de que nuestro sistema no responde y sitúa a los profesionales sanitarios en una difícil posición. ¿Qué tendrá que responder el personal sanitario público cuando una persona le demande la vacuna para su hijo?