Como a inicios de cada primavera en Burjassot, el Cristo del Gitano llegó al corazón de la gente. La Semana Santa, a pesar del estado de alarma y confinamiento domiciliario decretados por el Gobierno para frenar la pandemia del coronavirus, sigue su inexorable curso en la Ciudad de los Silos. Ciertamente, nadie vio, a partir de la medianoche del jueves, procesionar al Gitano por las calles del pueblo; pero su imagen y sobre todo su significado de sacrificio y salvación entraron, vía online, en los hogares.

La Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiación, que anualmente organiza la tradicional procesión del Silencio como colofón de los actos del Jueves Santo convocó a sus cofrades y vecinos en general a las 23 horas, en los balcones de sus casas, para el rezo de "un padrenuestro por los difuntos víctimas del Covid-19" y "en solidaridad con sus familias". Con la oración, según explicaron desde la hermandad a Levante-EMV, también se quiso "agradecer la participación y apoyo que, año tras año, vienen dispensando numerosos costaleros voluntarios, así como las cofradías y las clavarías, que hacen posible la procesión del Silencio".

Aunque en esta ocasión fue de manera virtual, Burjassot pudo rememorar una de las ceremonias nocturnas que más personas congregan en Semana Santa. Asimismo, como en todas sus ediciones, desde algunas ventanas y balcones volvió a escucharse el canto de saetas dedicadas al Cristo del Gitano. En los balcones de sus cofrades también pudieron verse expuestos, como "testimonio de la Pasión", algunos elementos de los hábitos penitenciales como los capirotes.

La primitiva imagen de la Hermandad del Cristo de la Expiación, cuya sede se encuentra en la ermita de Sant Roc, la talló en 1931 Juan Santiago Escobedo, un gitano de Ojiva (Granada) que se afincó en Burjassot. Antes de instalarse en el municipio, el gitano realizó la promesa de que "allí donde eche mis raíces, haré una imagen copia de la de mi pueblo", según recoge la historiadora Mercedes Fontelles García en su libro "Ermita de San Roque". A comienzos de la última guerra civil española -1936-, Juan Santiago "fue encarcelado" en el local que acogía la Escuela de Artes y Oficios -ubicada en el "embarronat" izquierdo de los Silos- y, "desde allí, presenció la quema de la imagen"; el gitano, "dos días más tarde, fue hallado muerto en Paterna", cuenta Fontelles. La actual talla del Cristo de la Expiación data de 1948 y se realizó gracias a la nueva cofradía que fundó Tomás Villagrasa, hermano mayor del gitano.