La plaza del Ayuntamiento de Burjassot, con las oportunas medidas de seguridad, volvió a ser escenario del Mercado Extraordinario de los miércoles. El anterior se celebró el 11 de marzo, tres días antes de la declaración de estado de alarma y confinamiento domiciliario por causa de la crisis sanitaria del coronavirus. Desde entonces han pasado, pues, 56 días para que los vecinos pudieran reencontrarse con una típica estampa de la vida comercial del municipio, al menos en los últimos años cada miércoles, enmarcada entre la casa consistorial, el monumento de los Silos, la estatua sedente del poeta Vicent Andrés Estellés y el edificio que fue la residencia de la familia del novelista Vicente Blasco Ibáñez, por citar algunos puntos del paisaje adjuntos al mercadillo.

La referida “postal”, en esta fase de inicio de “desconfinamiento” aprobada por el Gobierno, obviamente no mostró la habitual imagen de un espacio comercial que antes de la irrupción de la pandemia, además de ocupar la plaza del pueblo, se extendía a las contiguas del Rei Jaume I y de Sequera, a la calle Maestro Mallach y tramos de las de Jorge Juan y Mártires de la Libertad.

De hecho, en la plaza del Ayuntamiento, la reapertura del Mercado Extraordinario solo contó con la instalación de 12 paradas para la venta de “productos de primera necesidad o alimentación”.

La exigua concurrencia de vendedores -todos ellos “han colaborado de manera muy activa para hacer posible la vuelta al trabajo”, según fuentes municipales- estaba cantada, teniendo en cuenta la normativa de la Generalitat en esta incipiente fase -“la desescalada”- hacia la “normalidad”: hay que “evitar aglomeraciones” de gente para “prevenir contagios”.

La afluencia de personal, desde luego, se podría calificar de notable; pero el panorama no fue el “normal” de los miércoles de mercadillo. Antes de abrir, la Brigada Municipal de Obras delimitó el recinto con vallas y diseñó un circuito. Para entrar y salir del mismo se habilitaron dos accesos, junto a la puerta del consistorio, y se establecieron las pertinentes distancias de seguridad tanto entre los distintos puestos como entre vendedores y clientes. Asimismo los usuarios tuvieron a su disposición gel desinfectante y papeleras. A lo largo de la jornada, desde las 9 hasta las 14 horas, los voluntarios de Protección Civil ayudaron con todo tipo de explicaciones a las personas que volvían a hacer uso del mercadillo, paralizado casi dos meses por el estado de alarma.

En palabras del alcalde de Burjassot, Rafa García, “la puesta en marcha del mercado ambulante este miércoles es un paso más para seguir dando el mejor servicio a los ciudadanos y ciudadanas, y la posibilidad de seguir retomando la actividad comercial por parte de los comerciantes”. Asimismo Rafa García agradeció “enormemente la labor” de los comerciantes en la reapertura del mercadillo. Una esperanza.

Por su parte, el balance general que ofrecieron los vendedores fue de lo más positivo y la frase “¡qué ganas tenía de volver a verte!”, dirigida a la clientela, no cesó de escucharse en la soleada mañana. Así, con este saludo, Rafa y Yoly, que regentan “desde hace años” un negocio de legumbres, especias y frutos secos, entre otros productos “marca España”, como a ellos mismos les gusta publicitarlos, iban recibiendo a vecinos y vecinas. Según Rafa, “la reapertura del mercado debería haberse realizado mucho antes, ya que, en lo que se refiere a productos de primera necesidad, ahí está la alimentación”. Con todo, confía en que “cunda el ejemplo de Burjassot”. De hecho, el puesto de Rafa y Yoly, como el de tantos comerciantes de mercados de venta no sedentaria, todavía está a la espera de que diversos ayuntamientos de la provincia vuelvan a autorizar en las calles esta actividad comercial.