Desde que Marc Caballer se sumergió en los mundos fantásticos de Laura Gallego, leer y escribir ha sido su gran afición. Pero hoy es algo más que eso: a sus 28 años, ha publicado varios libros, recibido premios literarios y, en general, vive rodeado de proyectos. Entre ellos, presidir el Club de Escritura Puçol, coordinar Poesía Noventa y, ahora, participar en Puçol Escriu, una iniciativa a través de la cual se anima a todos los vecinos de Puçol a leer y ser leídos a través de una serie de vídeos editados por el departamento de Comunicación.

A sus 25 años decidió zambullirse de lleno en el mundillo que desde niño había acariciado desde fuera, como aficionado. Lo hizo matriculándose en el Estudios Hispánicos: Lengua Española y sus Literaturas. «Pensé que era la carrera que de verdad algún día me iba a acercar a mi objetivo de ser escritor», explica Marc Caballer, aunque reconoce la enorme dificultad de definir tal profesión. «Se podría hacer una tesis sobre qué es... Nadie tiene la respuesta, pero debemos estar de acuerdo en que es algo más que juntar palabras».

Satisfecho por aquella decisión que tomó hace tres años y que le ha llevado a la recta final del grado, el joven asegura que su gran atracción hacia el mundo literario se remonta muchos años atrás. Concretamente, cuando era estudiante de Primaria y tuvo el placer de descubrir los mundos fantásticos de Laura Gallego, escritora de literatura infantil y juvenil, y a quien todavía hoy admira. «Ya no la leo, porque soy más mayor, pero ella entendió muy bien lo que gusta a los niños y jóvenes».

Según él, son dos los grandes errores del sistema educativo que llevan a muchos niños a alejarse de la lectura. Primero, «que les tomen por tontos, cuando lo que quieren es leer cosas interesantes y capaces de despertar su imaginación». Y segundo, que les hagan leer obras que ni siquiera muchos adultos entienden, como El Quijote: «Es matar su hábito lector, porque si no están preparados y el lenguaje es farragoso para ellos, van a asociar la idea de leer con la idea de aburrimiento».

Marc comenzó, como los grandes aficionados de la lectura, desde bien pequeño. Y asegura debérselo a autores como Laura Gallego, «una persona que, en mi opinión, marcó nuestra generación». Pero más allá de despertar en él el hábito lector, también la autora supo transmitir a jóvenes de toda una generación el afán por escribir, a través de un foro en el que animaba a sus fans a aportar sus propios relatos. «Empiezas a leer, a querer escribir tus propias historias, y crees que esos personajes que tanto te gustan también los puedes crear tú».

Y entonces la imaginación se dispara, explica Caballer, que en su clase de Primaria ya formaba parte de un grupito de jóvenes —más bien, niños— apasionados de la escritura y gracias al cual aprendió a abrirse a los demás, perder la vergüenza al compartir sus historias... «Eso ayuda mucho, porque ves que los otros también lo hacen, todos se equivocan y vas ganando hábito escritor».

Puçol Escriu... Desde casa

Al igual que Laura Gallego despertó en toda una generación el amor por la lectura y la escritura, él lo hace ahora, aunque con su propio estilo y no solo con jóvenes. Para ello, forma parte de diferentes proyectos, como Poesía Noventa, un colectivo de escritores de los 90 que busca reconstruir el relato que la sociedad ha construido en torno a los jóvenes de esta generación.

Y como Puçol Escriu, una iniciativa surgida de la mano del Ayuntamiento durante el estado de alarma que anima a los vecinos de la localidad a escribir y leer sus propios relatos y poemas; piezas que se harán llegar con formato de vídeo al resto de ciudadanos a través de los canales locales de És Puçol: YouTube, Facebook, Twitter, Instagram y WhatsApp.

Aunque la iniciativa está abierta a todo aquel que desee participar, los protagonistas llegan por dos vías: Poesía Noventa y el Club de Escritura Puçol, una asociación cultural que Marc preside desde hace poco más de un año y que se reúne el segundo viernes de cada mes para estudiar técnicas literarias, mostrar escritos propios a los demás, realizar y recibir críticas constructivas, recibir la visita de autores... Esto les permite promocionarse, mejorar, fomentar la escritura entre los vecinos y crear sinergias entre, por ejemplo, personas que se dedican a la corrección profesional y escritores, «lo cual ayuda a quienes no conocen el mundillo».

Es gratuito y está abierto a todos. De hecho, hay quien solo acude de vez en cuando, y quien no se pierde una. «Los más habituales somos unas 12 personas, pero hemos alcanzado a muchísima más gente», asegura Marc. A veces también acuden miembros del Club de Lectura, independiente, pero muy vinculado al que Marc preside. «Ellas llevan muchísimo más tiempo que nosotros y, para no solaparnos, se reúnen el último viernes de cada mes», de modo que más de uno puede disfrutar de ambos colectivos.

Solo algunos se han animado, por el momento, a participar en la iniciativa Puçol Escriu. La idea es «crear un serial que se proyecta en diferentes redes sociales periódicamente», explica Marc, con el objetivo de darse a conocer para llegar a más personas y ayudar a amenizar este encierro. «Puçol es un pueblo con cultura, y nos gustaría mostrar a la gente que tiene opciones, que puede venir a escuchar lo que podamos aportar, o aportarnos a nosotros».

Poesía Noventa: Un cambio en el relato

Puçol Escriu trata de dar visibilidad sobre todo a autores locales, intentando que la proporción de los mismos sea alta. No obstante, para reforzar la iniciativa, Marc decidió ponerse en contacto con algunos de sus compañeros de facultad, con quienes comparte el proyecto Poesía Noventa. Este nace para dar voz a artistas, poetas y, en general, escritores de la generación de los 90, «porque creemos que se ha construido un relato sobre ellos como una generación de nins, poco trabajadores, frágiles...».

Una visión que, en pleno boom de las redes sociales, ha colocado alrededor de ellos un aura de poesía simple, asegura Irene Castelló, una de las participantes de Poesía Noventa: «nos han otorgado el papel de poetas que no tienen nada nuevo que decir más allá de mensajes cortos de contenido fácil».

Pero nada más lejos de la realidad: «Somos jóvenes descontentos y para nada conformistas, y creo que es el momento idóneo para demostrar que estamos llenos de amor, rabia, ilusión, fuerza y de ganas de mostrar todas estas emociones al mundo», añade Clara Romany, otra de las participantes.

Para ello, los jóvenes recitan a través de medios como Instagram sus propios poemas y relatos, tratando de llegar hasta lo más hondo de sus públicos. «Intentamos romper esa imagen de poesía ligera para mentes ligeras», señala José Antonio Olmedo, que pretende mostrar una manera de ver y entender el mundo «perfectamente válida, aunque nos expresemos en verso libre y recurramos a lo actual».

Todo un mensaje de inconformismo para despertar conciencias críticas, según Christian Ferrando, utilizando las herramientas actuales para llegar hasta ellas: «Gracias a las redes sociales se expande más y más, tanto para bien como para mal, y es una buena forma de llegar a quienes están comenzando a interesarse por la poesía», comenta Ana Belén Pérez, otra de las participantes. «Siempre habrá alguien que se vea reflejado en nuestras críticas y pensamientos y nos ayude a seguir», apunta Beatriz Marrodán.

Y estos jóvenes inconformistas están decididos a lograrlo, pues «la poesía trata de sentimientos y emociones, y eso engancha al espectador más conservador, pero también al más moderno», apunta Cristian Marco.

Eso sí, no limitándose a las redes sociales, puesto que, a pesar de ser importantísimas y muy significativas de esta generación, «no es suficiente; debemos iniciar otros proyectos para no quedarnos detrás de las pantallas, y ser una generación de carne y hueso con nuestra propia identidad», concluye Irene. Y es que, como apunta Clara, «Roma no se construyó en dos días, pero se construyó». Y así, día tras día y, poema tras poema, intentan alzar la voz para llegar a «más oídos, y sobre todo a más corazones».

Tocar corazones

«Tocar corazones», la meta última de la poesía y aquello que pretende lograr Marc Caballer a través de Puçol Escriu, con la participación del Club de Escritura, el apoyo de sus compañeros de Poesía Noventa y, en general, abierto a cualquiera que desee dejarse llevar por sus propios escritos.

Para reivindicar una identidad propia y alejada de los prejuicios actuales, este grupo de escritores recitará poemas y relatos propios, «porque si queremos hablar de nuestra identidad no podemos recitar un poema de Lorca», apunta Marc Caballer. Aunque, por supuesto, participan personas de todas las edades y generaciones que, cada semana, publicarán dos vídeos a través de los medios de difusión municipales, la mayoría, escritos y recitados por autores de Puçol.

Entre ellos, Marc, que continúa adentrándose en el mundo literario para «despertar al lector» a través de sus escritos experimentales y bajo «temas complejos, porque esa es mi idea actual, aunque igual el año que viene es otra y acabo escribiendo una novela tradicional», bromea el joven escritor, citando a Karl Popper: «No hay buen filósofo sin contradicciones».

De hecho, mira hacia el futuro y no tiene claro hacia dónde dirigirse: «Ni lo sé, ni lo quiero saber, porque ahora mismo estoy donde quiero estar», explica, subrayando las ganas que siente por continuar con su carrera, seguir aprendiendo... Y, por qué no, aproximarse al significado de escritor: una profesión que va más allá de juntar palabras y que, a través de iniciativas como Puçol Escriu, abre las puertas a todo aquel que desee leer...

Y ser leído.