El mercado extraordinario de los miércoles de Burjassot, en su nueva y provisional ubicación -el paseo del Rajolar y calles adyacentes, Teodor Llorente y Hernán Cortés-, pudo reunir, en la actual fase 2 de desconfinamiento “hacia la normalidad” decretada por el Gobierno, las 120 paradas que lo conforman. A lo largo de la mañana, la afluencia de personal fue incesante. En lo sucesivo la estampa de esta zona del municipio, colindante con el barrio de las 613 Viviendas y el campus de la Universitat de València, cambiará sensiblemente, al menos los miércoles - entre las 9 y 14 horas- de cada semana.

Después de siete jornadas paralizado, del 18 de marzo al 29 de abril a causa de la crisis sanitaria del coronavirus, el mercadillo de los miércoles retomó su actividad del 6 al 20 de mayo con el montaje del 10% de sus puestos de venta -12- en su habitual radicación -zona de la plaza del Ayuntamiento- para ofrecer exclusivamente productos de primera necesidad como los alimentarios. Era la fase 0 de desconfinamiento.

Ya dentro de la fase 1, el pasado 27 de mayo, el mercado, que acogió el 50% de sus paradas -60-, se trasladó a su nuevo escenario -el Rajolar-, con mayor superficie y aforo, para “garantizar las medidas de seguridad necesarias tanto a vendedores como a clientes”, explicaron desde el consistorio. Además, al igual que este miércoles, se ofreció género de todos los sectores comerciales.

En su primera jornada al 100%, tras más de dos meses y medio, se incrementaron obviamente las medidas de seguridad. Además de señalizar las preceptivas distancias -dos metros como mínimo entre los tenderetes-, la obligatoriedad de portar mascarilla sanitaria y aconsejar a la clientela que estuviera en el recinto “el tiempo indispensable”, algunos comercios debieron observar normas adicionales.

Así los vendedores de cosmética, perfumería y similares no pidieron poner a disposición de los clientes “productos de prueba no destinados a la venta” que implican “manipulación directa por sucesivos clientes”.

Por su parte, las paradas del sector de ropa, tejidos y similares que disponen de probadores solo pudieron permitir su uso a una única persona. Después de probarse el artículo, los comerciantes procedían a la “limpieza y desinfección” del probador, la misma operación que realizaban en el caso de las “piezas no adquiridas” por un cliente para poder ofrecérselas a otros. Todas estas medidas serán aplicables, al menos, mientras dure el periodo de desescalada.