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La ermita de un "médico sin fronteras"

La iglesia de Burjassot, construida antes que los Silos, está dedicada a Sant Roc, que se entregó al cuidado de enfermos

La ermita de un "médico sin fronteras"

Si alguno de los tesoros del patrimonio cultural de Burjassot destaca por «sencillez, belleza y altura» -el cielo-, ese es el santuario dedicado a su patrón y a su patrona: San t Roc y la Virgen de la Cabeza.

Junto a lo que fue un pequeño manantial situado en lo alto de una de las lomas del pueblo, se edificó una ermita en honor del franciscano Roque de Montpellier. Según la mayoría de fuentes consultadas -como la del que fue cronista oficial de Burjassot en la pasada centuria, Juan José López Laguarda-, la construcción del templo «data del siglo XVI» y es «anterior a la de los Silos», que empezaron a excavarse en 1573 en la misma zona. La ermita, pues, vio nacer el «granero» del antiguo Reino de València.

Roc (1295-1327), como se lo conoce en Burjassot y en tantos otros sitios de la histórica Corona de Aragón, distribuyó en vida su herencia entre la gente menesterosa. De noble y alta cuna -su padre fue gobernador de Montpellier (Occitania)-, Roc «se descalzó» y emprendió una peregrinación durante la cual se entregó al cuidado de enfermos y a combatir los estragos que la «peste negra» estaba causando en la Europa del siglo XIV.

Elevado a los altares

En ese contexto de crisis sanitaria, en el que las clases sociales más desfavorecidas -los pobres- poco contaban y, a fecha de hoy, poco siguen contando -¿hasta cuándo?-, Roc se hizo «médico sin fronteras». En 1584 el papa Gregorio XIII lo elevó a los altares como santo «protector de epidemias» e inscribió su nombre en el «martirologio» de la Iglesia católica. Desde entonces -y desde mucho antes hasta ahora- Roc, «icono de vida» es un «pin» clavado en innumerables corazones.

Probablemente, como relata el cronista López Laguarda en su libro «Del Burjassot de antaño», en su origen el templo estaría reducido a lo que hoy es el área del altar mayor, «ya que su perímetro octogonal era, y todavía es, la forma clásica de las diversas ermitas diseminadas por Valencia».

La primera remodelación de importancia se produjo a partir de 1604, siendo señor de Burjassot el patriarca Juan de Ribera. El prelado donó una imagen de la Virgen de la Cabeza -»dulce encanto de bondad», reza su himno-, que pasó a presidir el presbiterio, y el santuario empezó a crecer «en la forma en que hoy subsiste».

En su libro «Ermita de San Roque. Burjassot», en el capítulo correspondiente a la estructura formal, la historiadora Mercedes Fontelles García destaca «la extremada sencillez» de la fachada del templo y, en su interior, la «planta sencilla, rectangular, de una sola nave, con el presbiterio octogonal sobre el que se levanta la cúpula».

La última gran reforma de la ermita, que afectó tanto a su superficie como al aspecto exterior del conjunto arquitectónico, se remonta a 1911 con la construcción de la capilla de la Comunión. En palabras de Fontelles, esta se debió a un «incremento progresivo de la población que hizo necesaria la ampliación del templo para dar cabida a mayor número de fieles». No obstante, en 1977, la capilla tuvo que ser demolida por el estado ruinoso que presentaba y el riesgo que suponía para la integridad del conjunto.

La riqueza que alberga la ermita de los patrones de la Ciudad de los Silos -en pintura, escultura y otras manifestaciones del arte- es incalculable a pesar de ciertas vicisitudes.

Así a principios del siglo XIX, durante la retirada de las tropas napoleónicas en la guerra del Francés, el santuario fue presa del saqueo y destrucción de bienes. La última contienda civil española (1936-1939) también pasó factura. Entre otros tesoros de la primitiva ermita, pudieron sobrevivir a la barbarie las pinturas de la cúpula y las de sus pechinas subyacentes.

Protección del entramado social

Con el paso del tiempo la voluntad de proteger y preservar la ermita se ha hecho patente en el entramado social. En 1977 ya se creó una Junta de Restauración para subsanar la ruina de la capilla. Actualmente, la asociación Amigos de San Roque -fundada en 1996- constituye el máximo referente en el municipio que vela por la salud del monumento. El ayuntamiento dedicó en 2011, a título póstumo, una placa a su fundador, José Fontelles Pérez, en la plaza de Sant Roc.

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