Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán. Llegará el invierno, con algún día frio. Los monumentos falleros se levantarán en los barrios anunciando la primavera. La Semana Santa tomará la ciudad y la llegada de Julio traerá el calor y las fiestas, y las comparsas de moros y cristianos esfilarán por las calles. Y así, sin darnos cuenta, estaremos comiendo turrón , aceptando que ha pasado un año más. Así, Torrent, respetando las leyes de la física, avanza, casi por inercia, hacia un futuro que cada día está más lejos y más alto.

No nos faltará el suministro de agua, ni de luz, las calles se limpiarán y hasta nos podremos descargar una APP en nuestro móvil para recordarnos que vivimos en una «ciudad inteligente», pero vivir es algo más que respirar y observar la vida pasar. Vivir es tener objetivos y caminar hacia ellos, es crecer y mejorar, es empatizar con quién más lo necesita, es luchar por la vida que como ser humano te mereces.

A lo largo de la historia, las pandemias han supuesto una oportunidad de mejora. La infección desconocida de Atenas el 430 A.C. fortaleció la democracia. La peste que asoló el mundo en el siglo XIV supuso un cambio radical en una sociedad que entendió que la muerte podría llegar en cualquier momento. El tifus o el cólera introdujeron hábitos higiénicos que perduran hasta nuestros días y que han salvado millones de vidas. Pero, ¿qué vamos a aprender de la Covid -19? Hay dos cosas demostradas científicamente: el impacto de la enfermedad, que es mayor zonas con altos índices de contaminación (Madrid, Lombardía, etc.) y la importancia de mantener la distancia física entre personas para reducir el contagio, y digo física y no social, porque es justo ahora cuando más cerca hemos de sentir al resto de las personas.

Ante este panorama, volvimos a proponer al Ayuntamiento de Torrent la necesidad de tomar medidas para preservar la salud que garanticen la distancia en nuestros desplazamientos, facilitando la movilidad de manera sostenible y segura en una ciudad que ha crecido alrededor del coche y que cuenta con un deficitario espacio público. No son recetas nuevas, son las mismas que llevamos exigiendo al consistorio 16 años. Facilitar y primar la movilidad caminado y en bici, ganar espacio al coche, pacificar las calles y que las personas sean el centro de las políticas públicas. La respuesta tibia solo ha servido para vernos inmersos en un agujero negro espacio-político-administrativo-temporal de plenos y reuniones donde nuestras propuestas se escuchan mucho y se materializan poco.

En los últimos días, en nuestra ciudad, dos personas han sido víctimas de la violencia 'cochista'. Un vecino que circulaba con su tractor por una carretera fue alcanzado por un vehículo cuyo conductor dio positivo en drogas. Y un señor que estaba tranquilamente sentado en un banco de un parque fue arrollado por un coche que circulaba, parece ser, a una velocidad excesiva. Son hechos difíciles de digerir y que deberían servir para que, de una vez por todas, dejemos de ser la ciudad donde nunca pasa nada, y empezamos a ser verdaderamente innovadores.