«¡He cumplido mis primeros 100 años!» decía Valentina Martí Domínguez, una jovial y entrañable vecina de Quart de Poblet que ayer celebró su Centenario, rebosante de buen humor y alegría en plena pandemia mundial del Coronavirus y con una salud envidiable.

Valentina festejó su 100 cumpleaños con sus dos hijos Manuel y José Luis Martínez, su nuera y dos de sus bisnietas. «Nos vamos a comer a casa de mi hijo en el Puig -comentaba por la mañana a Levante-EMV- con la familia más cercana, porque la gran comida que íbamos a celebrar en septiembre la hemos tenido que suspender de momento por la Covid 19 ya que nos íbamos a juntar 25 personas entre familiares y amigos, y eso no es posible ya por el riesgo que podamos correr».

No en vano, estaba previsto que vinieran sus sobrinos y sobrinas, además de hijos, nietos y bisnietos del Puig, Quart, Madrid, Tarragona y Escocia, donde está trabajando una de sus bisnietas. «Pero la comida nos la debe -dice divertido su hijo Manolo, que tiene 82 años- porque en cuanto pase todo esto, nos juntamos y la celebramos», enfatiza. Esta centenaria de carácter afable y sosegado, vive en Quart de Poblet desde que tenía 18 años. En este pueblo de l'Horta se casó con Manuel Martínez, el hombre de su vida, que falleció hace ya una década, con 95 años. Como se observa en esta familia son todos muy longevos y gozan de una salud de hierro. De hecho, Valentina tiene una hermana en Venezuela con 94 años.

«Vinimos de Madrid a Riba-roja de Túria en 1936 -relata- cuando yo tenía 16 años porque a mi hermano lo evacuaron, huyendo entre otras cosas de los bombardeos», comenta. En la localidad del Camp de Turia conoció a su marido, que entonces estaba de jefe de estación del ferrocarril. «Y me conquistó regalándome naranjas porque yo tenía el bachillerato y me contrataron como maestra en el colegio. Cada día pasaba por la estación para ir a la escuela así que así nos conocimos y gracias a las naranjas me cameló», recuerda con gracia.

Con Manolo, que años después se jubiló como jefe de personal de la Estación del Norte de València, se casó por amor. «Por amor y porque se iba en seguida a la Guerra Civil así que con apenas 18 años le dí el sí quiero», rememora. Y se trasladó de Riba-roja a Quart porque su suegra era guardabarreras del antiguo paso a nivel del Cementerio. Inicialmente se instaló en la entonces Calle Calvo Sotelo - junto al Casino- y después se trasladó a Doctor Desiderio Gallego donde vive aún con su hijo octogenario. Su vida la dedicó a criar a sus hijos y educarlos además de cuidar de su marido. «Y en mi tiempo libre siempre me ha gustado viajar y pintar», comenta. De hecho, los cuadros que adornan su casa, cerca de 60, los ha pintado ella, en las Amas de Casa. En la actualidad pasa el tiempo libre, «haciendo crucigramas, que me encantan, y viendo los concursos de la televisión: soy una fan total», dice. Ella se encarga de cocinar y lo hace de maravilla. «Los dos -indica su hijo- comemos de todo, verduras, carne, pescado... y llevamos una alimentación variada». También tienen en la misma calle a sus sobrinos Xelo Asensio y Vicente Blasco, «para cualquier urgencia». Lo mejor de todo es que Valentina está perfecta de cuerpo y mente . «Tengo la azotea perfectamente amueblada» comenta con gran sentido del humor. Por si fuera poco: «No tiene ni colesterol, ni triglicéridos., ni azúcar....», apunta Manuel. Solo usa dos audífonos para oír mejor.

En fin, cualquiera que conozca a esta mujer se dará cuenta de que es un ser irrepetible, que desde luego no representa los años que tiene y que transmite una enorme paz.