Nervios, incertidumbre y ganas a partes iguales. Son los ingredientes de la vuelta al cole en l'Horta. Un curso diferente, inédito, marcado por la pandemia de la covid-19, pero que había que comenzar para recuperar esa rutina y esos hábitos perdidos hace seis meses, cuando se bajó la persiana de las aulas.

Esta mañana las caras lo decía todo a las puertas del CEIP Cervantes. Padres, madres y niños y niñas, todos con sus mascarillas, se iban acercando hasta el centro para iniciar el curso de la mascarilla y la higiene de manos. Saludos con el codo, gritos llamando al amigo que no veía desde hacía meses e incluso el primer cumpleaños de la temporada cantado a coro por un grupo de niñas con la llegada de la afortunada.

De las más madrugadoras ha sido Inma, que ha acompañado a su hijo Jesús, de 5 años, hasta el centro. "Si los colegios vuelven a abrir sus puertas es porque las medidas sanitarias que se han tomado son buenas, si no, no lo abrirían", comenta. Pero rápidamente reconoce que "venimos a la sorpresa", ante la incertidumbre de lo que puede ocurrir de ahora en adelante. Inma admite que le da miedo que su hijo vuelva a clase pero también sostiene que "no se puede vivir con el miedo constante y tenemos que afrontar las cosas también". En este sentido, señala que Jesús está "muy contento por volver al colegio con sus compañeros" y sabe que "hay un bichito que se llama covid, que tiene que llevar la mascarilla y que no puede tocar nada. Lo lleva muy bien y creo que esto es en general: los niños lo llevan mejor que los mayores".

El paseo central de la avenida Constitución va ganado en afluencia. Los padres se preguntan por el verano y las vacaciones, mientras otros hablan en corrillos de que "había que volver, de manera segura" y que los "críos solo preguntaban cuándo volvían". Esperando que se abran las puertas está Lorena, con su hijo Alejandro, de siete años. "Los nervios son los de cualquier inicio de curso, pero incertidumbre sí tenemos, la verdad, pero bueno, paciencia, y a ver cómo se desarrolla todo", afirma. La joven no mira más allá del día a día, sin previsiones de si se aguantará o se volverá a cerrar. "Hay que volver a la normalidad tomando todas las precauciones, pero tampoco me planteo nada a largo plazo", apunta. Eso sí, indica que los "nenes están deseando empezar y volver a su día a día, es a lo que están acostumbrados.

También es será un curso especial para los profesoras y profesoras, que trataban de ultimar todos los detalles antes de la apertura. "Vamos a ver qué pasa. Hemos aplicado todos los protocolos, pero hay que ver el día a día", decía una de las docentes a la puerta del Cervantes, que no podía ocultar su ansiedad por el inicio de curso, incluso con el nudo en la garganta impidiéndole hablar.

Son casi las nueve de la mañana y el paseo central está ya rebosar de alumnos, madres y padres. Hasta allí se ha acercado el alcalde, Michel Montaner (el ayuntamiento está muy próximo) para ver el inicio de curso. Destaca las medidas de limpieza en los centros y el dispositivo a la entrada de los colegios, con zona reservada para los alumnos y evitar las aglomeraciones, así como la presencia de agentes de la Policía Local para regular el tráfico y controlar los accesos. En un instante, una madre aprovecha la presencia del dirigente socialista para comentarle que no se está cumpliendo la distancia de seguridad en la zona peatonal.

El centro abre sus puertas y niños y niñas cruzan la calle con sus mochilas. Poco a poco van entrando dentro del CEIP Cervantes. Los padres, seis meses después, ven como sus hijos vuelven a clase. Algunos se acercan hasta la valla para asomarse y despedirse por última vez. El curso del coronavirus ha comenzado.