Y es que las restricciones no afectaron ayer solo al alumnado sino también a sus familias. Madres, padres, abuelas y abuelos acudieron a las puertas de los centros a la hora marcada (entre las 9 y las 10 de la mañana) y observaron desde el exterior cómo iban entrando, con mascarilla y distancia de seguridad.
En Torrent, Amparo Sánchez, madre de dos escolares (en secindaria e infantil) y Esther Yepes, madre de un niño de infantil, conversaban a la puerta del colegio concertado la Purísima. «Estamos todos nerviosos y es normal. Perto el curso tenía que empezar porque los niños se forman en el colegio. Y esta pandemia viene para quedarse mucho tiempo. No pueden estar siempre en casa», comentaba Sánchez, mientras su amiga expresaba que «los preparativos» por parte del centro eran «mejor imposible». «Ahora todos tenemos que tener paciencia y apoyar la labor que tiene entre manos el profesorado», coincidían. Y en el entorno del mismo centro, Elena Garrido acompañaba a su nieta de seis años y a su nieto de 12. «»Está todo muy bien preparado. No solo en este colegio sino, en general», valoró.
En Burjassot, Teresa Jordán Pla, madre de un alumno de sexto de Primaria del Sant Joan de Ribera aseguró tener « total confianza» en el centro, poco después de acompañar a su hijo. La mujer apostaba por «la enseñanza pública y de calidad» y valoraba que «la sociedad debe estar a la altura de las circunstancias». Por su parte, Matías Ruiz Ginés, padre de una alumna de sexto de Primaria del Sant Joan de Ribera animó a «asumir» que el coronavirus nos está haciendo «cambiar de estilo de vida». Este vecino opina que la «nueva normalidad» que vive el país «se trasladará igualmente a los centros educativos, y los niños y las niñas también tendrán que variar su forma de relacionarse.