Llevan sin poder salir de casa más de un mes. Y no por qué estén confinados por culpa de la pandemia del coronavirus, sino por la avería del ascensor del edificio en el que viven, situado en el barrio de la Coma de Paterna. Se trata una de las fincas públicas de gestionadas por la Generalitat, concretamente en la calle Foios, y es la administración autonómica la que debe corre con los gastos de reparación, pero los trámites y su posterior ejecución requieren de un tiempo que afecta al día a día de los residentes. Tal como comenta Mari Carmen, una de las vecinas, hace más de un mes el ascensor comenzó a dar problemas. No paraba en algunas plantas -ocho alturas con 32 pisos en total-, los botones en algunos rellanos no funcionaban e incluso el elevador bajaba unos cuantos centímetros de más en la planta baja. La compañía hizo una primera intervención sobre la avería, pero diez días después comunicaba a la conselleria de Vivienda que precintaba el elevador «por problemas de seguridad», que atribuía a «actos vandálicos» al detectar que la cabina y las puertas «están orinadas», fundiendo las placas y causando que la máquina se «estrelle en los extremos». Y desde entonces, una buena parte de los vecinos del edificio, gente mayor, con dificultad para moverse o con graves problemas de salud -como cáncer o tener que estar conectados a máquinas de oxígeno-, no puede salir de sus casas. Una de ellas es Mari Carmen. Padece artrosis degenerativa, apneas y problemas de espalda. Su marido fue intervenido de un cáncer y le extirparon un riñón y parte del hígado. «Yo apenas puedo salir y mi marido sale a hacer cuatro recados, y cuando sube -viven en un séptimo piso-, llega muerto. Esto es insoportable», critica. La mujer, en el rellano, rechaza que los vecinos cometan actos vandálicos. «Los que vivimos aquí cuidamos las cosas y no hacemos vandalismo, pero si la conselleria mete aquí a gente que recibe visitas y orina en el ascensor, nosotros no podemos hacer nada», se lamenta. Un piso más arriba, en el octavo, viven Francisco y Jessica.

Cada uno tiene sus problemas, pero comparten la contingencia común de no disponer del ascensor. Francisco, de 53 años, sufre problemas de corazón pero quien realmente llevan asilados en su casa son sus padres, con diabetes, artrosis y las consecuencias de tres ictus. «Salgo yo a comprar lo justo, porque tampoco puedo estar subiendo y bajando desde el octavo piso, pero ellos llevan sin salir un mes», explica. El vecino explica que llamó a la conselleria de Vivienda preguntando por la reparación y «me dijeron que no hay presupuesto y que va para largo», pero «no sé en qué se han gastado el dinero porque en este edificio solo han cambiado la puerta y poco más». Jessica sí tiene más agilidad para poder subir y bajar las escaleras, pero sí va sola, claro. Tiene cinco hijos, alguno de corta edad, y la mayor, de trece años, padece parálisis cerebral. «He tenido que llevar a la nena a casa de mi suegra. Aquí no puedo subirla y bajarla por las escaleras cada vez para que coja el autobús para ir al colegio», relata junto al elevador averiado, en presencia de su hija. A la hora de hacer la compra , Jessica tiene que planificarse para evitar subir cargada con las bolsas. «Salgo a comprar por partes y voy comprando lo mínimo, solo lo necesario, porque entre los críos y la compra es imposible subir ocho pisos». La vecina comparte las tesis de Mari Carmen sobre el origen vandálico de la avería. «Nosotros cuidamos las cosas porque si no funcionan a los que perjudica es a los que vivimos aquí. Esperemos que lo arreglen pronto porque esto no puede seguir así». Al oír las conversaciones sale al rellano del séptimo piso Amparo, de 88 años. Lo hace con la ayuda de su andador, imprescindible para poder desplazarse. Desde que se registró la avería se encuentra recluida en su piso más de un mes. «No puedo bajar por las escaleras por el riesgo de caída. La compra me la hace un chico joven que se ha ofrecido, también las medicinas, y menos mal que si no, no sé qué haría yo», apunta a este diario. Lleva mal no pisar la calle. «Salgo al balcón, me da el sol y veo a la gente pasear, pero no es lo mismo. Somos mayores y no podemos estar así».

Vivienda solo tiene 1.185 euros para acabar el ejercicio

La Entitat Valenciana d’Habitatge i Sòl (EVha) señala que recibió el aviso de avería el 7 de septiembre, por «vertido de orines», hecho que «ya pasó en febrero». «El jueves 10 se recibió presupuesto de reparación, con una solución para tratar de reducir las averías por afección de fluidos a las conexiones eléctricas. El plazo de ejecución es de 10 días», explican. «Para ello, -matizan- hay que reajustar las anualidades del contrato de mantenimiento de ascensores, ya que ya se ha dispuesto del 98,6% del presupuesto anual de reparaciones extraordinarias» y se requiere «la modificación de la anualidad del contrato», ya que, para el actual ejercicio solo «queda disponible 1.185 euros» mientras que las dos ofertas presentadas para la reparación del ascensor de la coma son de entre 1.800 y 2900 euros, más IVA.