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De gueto a barrio integrado

Los ayuntamientos, a través de políticas sociales, la inclusión de servicios municipales y las mejoras urbanísticas trabajan para que las zonas de vivienda pública no sean marginales y sus inquilinos se inserten en la comunidad

El consistorio de Alfafar reformará los locales de la finca de Reyes Católicos para uso social. | P. O.

Familias desestructuradas, sin recursos, con una pensión mínima, sin empleo, sin formación, con problemas de adicciones son algunos condicionantes que suelen reunir los inquilinos de las viviendas públicas sociales de la Entitat Valenciana d’Habitatge y Sòl (Evha) de la Generalitat Valenciana. La agrupación de estas fincas, con un alto número de viviendas, situadas en barrios periféricos de las localidades hizo que, en muchas poblaciones, sobre todo en las décadas finales del siglo pasado, se convirtieran en guetos.

Son situaciones que se dieron en zonas como las 613 viviendas de Burjassot, La Coma en Paterna o Barrio del Cristo en Quart-Aldaia, que requirieron la intervención institucional a través de declararlos como barrios de acción preferentes (BAP), cuyo objetivo es articular la cooperación entre el Estado y la Generalitat Valenciana en las acciones concretas de lucha contra la pobreza.

El cambio de las 613 viviendas

Un trabajo de la administración que ya va teniendo sus frutos. Nada tiene que ver ese barrio de las 613 viviendas de Burjassot con el de finales de los años 80, con la degradación de la zona acompañada por los altos índices de consumo y venta de droga teniendo como consecuencia el incremento desmesurado de la delincuencia juvenil. «Ahora podemos decir que esa situación se ha revertido en un 90% gracias a las políticas sociales. Durante décadas la integración de este barrio ha sido una de las prioridades», aseguran desde el consistorio. Gracias a iniciativas como la instalación del Centro Díaz Pintado, donde se imparten talleres de todo tipo, encaminados a reducir la brecha digital o a fomentar el empleo entre otras, que acoge no solo a gente del barrio sino del resto de municipio. También, este barrio situado inicialmente en la periferia prácticamente aislado y sin servicios, ahora tiene al lado el campus universitario, y está dotado de servicios de todo tipo, que favorecen su normalización.

Cesión de locales en Alfafar

A menor escala se encuentra el bloque de viviendas Mercedes Hernández de Alfafar, que ahora están siendo rehabilitadas por la Evha. Una obras que el ayuntamiento ha aprovechado para pedir a la entidad la cesión de los bajos del edificio «para reformarlos y crear allí aulas y talleres de formación tanto para adultos como para pequeños», explica la edila Fina Carreño. Tampoco se descarta «que los vecinos puedan solicitarlos para hacer alguna actividad». Además, junto a la Evha, han establecido un plan de convivencia para que dos voluntarios de cada escalera velen por la «preservación de los elementos comunes y por la armonía vecinal».

En Picassent, las viviendas públicas situadas en el Barrio de Les Palmeres sufrieron en los 80 también graves problemas con el consumo y venta de drogas, aislando esta zona del resto del término. Una realidad muy diferente a la de ahora, en que se trata de un barrio más, «gracias a que se ha conseguido acabar con la degradación de la zona mejorando el entorno urbanísticamente y dotándola de servicios y con las obras de rehabilitación de la Evha», explica el edil Carlos Silla. Así por ejemplo, en los bajos están asociaciones como la de diversidad funcional, Amics de Cristòfor Aguado o la Junta Local Fallera. También al lado está el Aulario de la música y de las Artes y pistas polideportivas.

Toas estas iniciativas siempre acompañadas por un seguimiento desde servicios sociales de las personas en riesgo de exclusión que habitan en estos barrios de vivienda pública, que paso a paso han dejado de ser estigmatizadas para ser un barrio más.

El Barrio del Cristo: un ejemplo de transformación social y urbana 

El Barrio del Cristo es otro de núcleos con los que cuenta la comarca de l’Horta. Sin embargo, su situación, situado entre dos localidades -Quart y Aldaia- le confiere una idiosincrasia particular, como es el hecho que está regidapor una mancomunidad con un concejal delegado que hace las veces de alcalde pedáneo. Actualmente esta figura recae en José Zapata, quien es el primero que muestra orgulloso «la gran labor realizada en este barrio, que ha pasado de ser una zona marginada a un lugar donde se quiere vivir». «Lo hemos conseguido a base de mucha lucha en la calle, de reivindicaciones, pero sobre todo de mucho trabajo. El equipo de servicios sociales y la labor que hace es impresionante», señala.

Actualmente cuenta con ocho personas «cuando antes solo había una asistencia social», recuerda. Pero además, la zona ofrece multitud de servicios como dos colegios, un IES, una ‘escoleta’ municipal, un centro de salud, un centro de día, un centro de mayores, un edificio juvenil, una escuela de menores y otra de adultos, la casa de la música, una nave polivalente para asociaciones, un salón de actos, una casa de la dona y un polideportivo con una piscina olímpica con aforo para 550 personas. «Somos envidia ahora mismo, aunque no voy a negar los problemas que sigue habiendo de desempleo y de exclusión, ya que contamos con una brigada de obras que emplea a unas 50 personas, pero no es suficiente», lamenta el concejal delegado.   

Todos estos servicios junto a 79 comercios implantados allí, hacen que los 7.463 residentes actuales del Barrio del Cristo vivan en un barrio que, para muchos es un ejemplo de transformación social.

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