El activista político y social Francisco García Martínez ha fallecido en la pasada madrugada, a la edad de 82 años, a causa de la covid-19 y otras complicaciones de salud, tras una hospitalización de 22 días. La familia ha co municado a Levante-EMV que no realizará ahora ningún tipo de funeral sino que esperará a que las circunstancias permitan organizar un acto público con un cierto número de personas para reunir a sus amistades.

García Martínez fue militante del PCE en la clandestinidad y en los primeros años de la democracia, y concejal de Urbanismo en el Ayuntamiento de Aldaia en 1979, además de haber participado en la fundación del cooperativismo valenciano y haber sido miembro del Consell  de Caixa Popular.

Nacido en Zaragoza, sus padres emigraron a València en la postguerra y se instalaron en el Grao. Tras residir en diferentes puntos, llegaron al Barrio del Cristo de Aldaia, en el momento en el que se produjo el principal asentamiento, que dio origen al núcleo inicial. En aquellos tiempos, las familias construían las casas por la noche para que, a la mañana siguiente, las autoridades no pudieran obligarles a demolerlas.

Durante su juventud, Francisco García se involucró en la histórica asociación de vecinos, referente de los movimientos sociales de la época. Fue en esa época en la que partició también más activamente en el cooperativismo y en el mundo de la política.

Tras casarse con Josefa Carreño Hermosilla y haber tenido a su hija Violeta (le pusieron ese nombre en honor a la cantautora chilena), en la segunda mitad de los años 80 del pasado siglo, se instaló en el barrio Socusa de Alaquàs. Fue dirigente de la asociación de personas con diversidad funcional Amiar y lideró la Plataforma per la Sanitat Pública, hace algo más de una década. Aunque ahora estaba retirado de la vida pública, nunca perdió su interés por la política y el bien común.

Su hija Violeta García Carreño es militante de Compromís per Alaquàs y también está involucrada en movimientos sociales. García Carreño ha explicado que lo que más valora de su padre es su "buen humor", que tuvo hasta en sus últimos momentos, y su capacidad siempre de ser autocrítico "y de seguir revisándose", además de su entrega por el bien común.