Anna Folgado, en su negocio, antes de enfermar. | L-EMV

Vicente Jaime Silla, en su casa. | L-EMV

«El virus no mira a quien ni como aunque creamos que tomamos muchas medidas de protección». Así se expresa la comerciante Anna Folgado, de Aldaia, a la que diagnosticaron hace más de una semana el coronavirus. Ella había tenido el estómago revuelto el día anterior y se hizo el test por recomendación de un conocido, aunque estaba convencida de que sería negativo, ya que no tenía fiebre ni pérdida de olfato o gusto. «Y además yo he extremado mucho las precauciones tanto en el negocio como en mi casa», explica. Desde el resultado, está confinada y con su kiosco-vinoteca cerrado. «Solo tengo la sensación de un ligero resfriado. Pero en más de 100 años, la tienda nunca ha estado cerrada tantos días», confiesa, tras un año, «especialmente duro para el comercio». Aunque su convalecencia está siendo llevadera, piensa en todas aquellas personas que han perdido la vida o quedado con secuelas. «Nos estamos acostumbrando a cifras de 500 muertos al día y no puede ser. Tenemos que ser conscientes de que esto es algo muy serio», reflexiona.

En el pueblo vecino de Alaquàs, Vicent Jaime Silla se recupera en casa de su paso por el hospital. Él ha visto las dos caras de la crisis sanitaria. Desde marzo de 2020, ha estado participando en el movimiento de voluntariado Coronavirus amb Cor, en el que ha hecho compras y gestiones para la gente más vulnerable «con la máxima protección». No sabe cómo se contagió pero acabó en el Hospital General con una fuerte neumonía donde pasó por la UCI y hasta por quirófanos habilitados para camas de covid. «No sabes lo que es esto hasta que no lo pasas. Yo soy deportistas y esto me ha dejado a cero de fuerzas, sin energía en el cuerpo», indica.

José Macián es trabajadora del Ayuntamiento de Paterna. En su caso, la transmisión fue en casa. Su marido resultó positivo en una PCR y cogieron el virus ella y su hijo. Dado que fueron casi asintomáticos los tres, no llegó a tener miedo aunque sí que le preocupan el número de contagios y la saturación de las UCI actuales. «Ahora estamos semiconfinados, pero cuando esto se abra, tenemos que actuar con mucho conocimiento», considera.

Jose Zapata es el concejal delegado del Barrio del Cristo. Al resultar positivo un trabajador, se hizo la PCR por protocolo y resultó positivo. No se lo esperaba después de un año haciendo compras y gestiones para gente mayor del barrio. Acabó en el hospital IMED, donde estuvo 17 días, 12 de ellos con oxígeno aunque ya tiene el alta y esta semana ha vuelto a su cargo. «Esto te mete el miedo en el cuerpo», asegura, además de agradecer el esfuerzo sanitario que se está haciendo «en todos los sitios». «No hay que bajar la guardia», dide a la población.