Aunque no hubo marchas ni traslados –la crisis del coronavirus sigue marcando el calendario de fiestas–, los ramos de olivo y las hojas de palmera no quedaron en casa durmiendo el sueño de los justos. Muchas personas se llevaron estas emblemáticas plantas a la iglesia, donde una vez más fueron bendecidas y se conmemoró la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén a lomos de un humilde asno. Las parroquias de Burjassot, sus clavarías y cofradías de penitentes celebraron el Domingo de Ramos con actos restringidos, en el templo, y en medio de estrictas medidas de seguridad.

  Por segundo año consecutivo, el barrio de Cantereria no pudo presenciar la tradicional bendición de palmas y ramos en el parque Camales ni los fieles –especialmente los niños y las niñas– pudieron disfrutar de la compañía del burrito que habitualmente desfila en una pequeña procesión por la barriada hasta llegar a la iglesia de Nuestra Señora de la Natividad. En el núcleo urbano, igualmente por segundo año consecutivo, tampoco pudo celebrarse la ‘baixà’ desde la ermita de Sant Roc hasta la iglesia de San Miguel Arcángel. Son los tiempos que corren.

  

Componentes de la clavaría del Santo Encuentro con autoridades municipales en la iglesia de San Miguel Arcángel

Con todo, las parroquias y sus feligreses, hermandades y clavarías, así como asociaciones en general y centros educativos, volvieron a vivir el arranque de la Semana Santa en sus respectivos distritos municipales. Los actos comenzaron dos días antes con la conmemoración del Viernes de Dolor en honor de la Virgen María, Madre de Jesús.