No son precisamente trinos de ruiseñores lo que se oye en las calles. El estrepitoso canto de la cotorra argentina (‘Myiopsitta monachus’) y sus aparatosos nidos (algunos de hasta 50 kilos) se han asentado en distintas zonas verdes de Burjassot. Bien lo saben los vecinos, sobre todo los que viven o trabajan cerca de las colonias de esta ave tan bella como invasora y prolífica.

El ‘nuevo’ elemento del paisaje urbano y rural no debe de ser el más ‘atractivo’ cuando el pleno del Ayuntamiento de Burjassot aprobó una moción para acometer «el control de la población de cotorras argentinas presentes en el municipio». La propuesta, presentada a instancias de Compromís, contó con el respaldo del equipo de gobierno (PSOE) y del resto de grupos municipales.

Aprobada la moción, el gobierno local se ha comprometido a «realizar un estudio de las colonias de cotorras argentinas que actualmente existen en el término municipal, elaborar un censo y estudiar la implantación de medidas de control poblacional de la especie». Huelga decir que las medidas que se pueda adoptar serán «respetuosas con las aves». Asimismo, según se desprende del texto aprobado, el consistorio «coordinará estas medidas con las localidades vecinas que sufren el mismo problema».

Según fuentes de empresas dedicadas a la sanidad ambiental, además de comportar un «grave riesgo para la población y desarrollo de especies de fauna y flora autóctonas», la proliferación de cotorras argentinas puede entrañar «un peligro para la salud pública por la transmisión de diferentes enfermedades»..