Tras la crisis del 2008, no podíamos llegar a anticipar otra gran crisis de tal calado como la que estamos viviendo con la COVID-19. Sin duda está siendo el gran reto al cual se enfrenta la humanidad en este primer cuarto de siglo y quedará en la memoria de todas y todos quienes no han podido sobrevivirla.

Así pues el papel fundamental de la política ha venido marcado por la gobernanza multinivel que ha puesto a prueba todas las instituciones y está siendo el gran examen de la clase política.

La acción coordinada desde los organismos mundiales, la UE, los estados, autonomías y ayuntamientos ha sido crucial: declarar la pandemia como una potencial amenaza, establecer el marco legal para la acción gubernamental, movilización de los recursos haciendo especial hincapié en los recursos sanitarios, coordinando las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y poniendo encima de la mesa aquellas medidas para avanzar en la recuperación económica y social.

Ni las instituciones, ni quiénes las dirigen, ni la ciudadanía estaban dispuestos a dejarse amedrentar ante una amenaza comparable a la vivida hace cien años.

Ahora, habiendo dejado los miedos atrás y viendo el futuro con ilusión y con la esperanza depositada en las vacunas que ya se están administrando a aquellos colectivos más vulnerables, podemos empezar a plantearnos cómo levantar la sociedad post COVID-19.

Es la pregunta que debe guiar a muchos ayuntamientos para empezar a arrancar esta legislatura interrumpida, donde muchas inversiones se han quedado en proyectos sobre papel y donde muchas políticas públicas empiezan a funcionar tras haberlas diferido un año.

Ahora nuestra maniobra deberá ser firme y apostar por una recuperación basada en lo aprendido de la pandemia, en lo que dispongan los fondos europeos a través del programa España Avanza, en la Agenda 2030 y en recuperar la vida colectiva de las calles y plazas de nuestros municipios y ciudades.

No importa si es reparando nuestras calles, si es organizando actividades socioculturales, si celebrando nuestras fiestas patronales o impulsando nuevos servicios para la ciudadanía; los alcaldes y alcaldesas mantenemos y reivindicamos la ilusión con la que afrontar los planes para el futuro que nos depara.

Es el grito que lanzamos para que quede en el recuerdo de quienes gobiernen las instituciones y vivan en la sociedad de las próximas décadas.

Tenemos ganas de volver a vernos, de que vuelvan los abrazos y de visitar a los nuestros sin miedo. Hagámoslo posible.