Estos días he tenido conocimiento de la petición de suspensión de empleo y sueldo por dos meses a una delegada sindical de CCOO en el ayuntamiento de Paterna, a consecuencia de su actividad sindical.

En todos los años de responsable de la administración local de CCOO en el País Valenciano, muy pocas veces he visto algo parecido. Normalmente la lucha sindical tiene momentos de gran tensión y de agudización de los conflictos, pero rara vez se ha ensañado un ayuntamiento con una delegada o delegados sindical y menos por actividades propias de su cargo, responsabilidad y compromiso fuera de esos complejos periodos.

Me dicen que la compañera llevó al Sindic de Greuges una denuncia, por acuerdo de la sección sindical, por la falta de información y respuesta a las más de treinta peticiones y escritos formulados por registro de entrada.

Para ello adjunto a dicha denuncia como documento probatorio un pantallazo donde figuraban los escritos registrados por CCOO sin que pudiera desprenderse del mismo, datos personales, ni sensibles, ni derechos vulnerados de terceras personas.

¡Pareciera como que estuvieran al acecho de pillarla en falta para saltar sobre ella e intentar darle un escarmiento para cerrarle la boca!

Pero al parecer este episodio no ha sido más que la cima alcanzada por una actitud ciertamente caciquil e intolerable por parte de determinados responsables del ayuntamiento, ya que al parecer la actitud hacia ella sobrepasaba normalmente lo tolerable.

Comentan, incluso gente de otros sindicatos, que el trato hacia ella era especialmente virulento. Su actitud reivindicativa, rebelde, resultaba incomoda y el tono al hablarle impregnado de cierto desprecio, de manera airada, a diferencia del resto de delegados. Lo que en ocasiones llevaba a dar que pensar, si era por su condición de delegada o de mujer.

Nadie dijo que el compromiso sindical fuera una balsa de aceite, que todo iba a rodar perfectamente, y menos para una sindicalista de CCOO. Pero lo bien cierto es que esto que está ocurriendo en Paterna es absolutamente intolerable, injusto y denunciable. Por eso me animo a escribir. Porque ya es duro tener que negociar y tratar con quienes se sienten los dueños de un cortijo, como para además tener agachar la cabeza representando a los trabajadores y trabajadoras del ayuntamiento.

No. Y mil veces NO. El trabajo sindical está amparado por las leyes. La legitimidad que ostentamos es tanto o más importante que la que tiene cualquier edil del ayuntamiento (no digamos otras personas), y de ninguna manera se pueden tolerar argucias intimidatorias para frenar el trabajo y compromiso sindical de quien ha decidido representar a sus compañera y compañeros.

Ese expediente debe archivarse. Las relaciones entre corporación y sindicato deben normalizarse. Cada cual debe respetar el papel que le corresponde al otro. Y cada parte debe actuar con responsabilidad cumpliendo con sus obligaciones en el marco regulado de negociación.