La riada de octubre de 1957 marcó un antes y un después en la configuración urbana del área metropolitana de València, especialmente en los núcleos más cercanos al ‘cap i casal’ ya que tuvo como consecuencia, más allá de la tragedia, las muertes y los daños, la construcción de una faraónica infraestructura para desviar las aguas del río Túria, a su enterada a la ciudad.
El nuevo cauce, dentro del llamado Plan Sur, no solo generó una inmensa barrera en la comarca de l’Horta sino que tuvo otras repercusiones territoriales como la autorización de una cantera en el paraje de la Serra Perensixa de Torrent, desde donde salió la tierra para la obra. La actividad, iniciada a mediados de los años 60 del pasado siglo, se mantuvo hasta 2010 en funcionamiento, por lo que las sucesivas gestoras excavaron 10,5 millones de metros cúbicos, una gigantesca herida en la montaña que ahora el ayuntamiento se ha propuesto revertir, a lo largo de un proceso que se estima en 50 años.
Repercusión empresarial
La solución a las inundaciones y los desbordamientos del Túria, en su tramo más urbano y metropolitano, adoptada por el gobierno franquista, fue construir un nuevo encauzamiento. El 22 de julio de 1958 se aprobaba en el Consejo de Ministros y en 1961 las Cortes Generales establecieron las directrices de la financiación. Los trabajos se iniciaron en febrero de 1965 y concluyeron en diciembre de 1969. A partir de 1973, el agua ya no entró más por el viejo cauce del Túria.
El proceso llegó aparejada la autorización de una mina en la Serra Perenxisa a Antonio Aragonés Agramunt, quien la gestionó con ese nombre hasta 1980. Por tanto, en esta primera etapa no solo se benefició de la obra del Plan Sur sino que también alimentó la construcción en los años del desarrollismo. En 1981 cambió el nombre inicial de la compañía por el de Anarsa. Además de modificaciones en las dotaciones interiores de la cantera, la empresa construyó en 1985 un polvorín para guardar los explosivos, tal y como consta en el expediente municipal sobre la explotación.
En el año 1988, se produjo un cambio sustancial en la gestión ya que pasó a la firma Readymixasland, que la explotaría, de forma sostenida, en los años 90 y durante gran parte del auge inmobiliario de la primera década del nuevo siglo, un momento en el que, en algunas jornadas, salían de la cantera hasta 300 camiones diarios con tierra. Tanto fue el crecimiento del volumen de extracción en esa época que la firma pidió en diciembre del año 2000 al Ayuntamiento de Torrent una ampliación de la superficie excavada. El consistorio denegó el permiso por motivos ambientales, dado que se habían iniciado además los trabajos para lograr que la Generalitat valenciana declarara la Serra Perenxisa paraje natural municipal, figura de protección que se logró en 2006 para una parte de este espacio.
La última concesionaria de la cantera fue la empresa Cemex, que tuvo la gestión desde 2006, justo antes de la crisis económica y el freno drástico de la construcción, y hasta su cierre en 2010. La firma fue la encargada de clausurar la actividad, entregar el espacio y las instalaciones al Ayuntamiento de Torrent y elaborar algunas propuestas de restauración.
Hace 10 años, entidades ecologistas y ciudadanas que componen el Consell Rector establecieron las líneas de trabajo para restaurar la sierra a su morfología original. Una década después, el consistorio ha anunciado que se inicia el procesi administrativo para rellenar el inmenso agujero.
Imagen de un camión que sale de la cantera mientras otro acaba de entrar, que se dio en los momentos de auge inmobiliario. A la derecha, página del diario Levante del 15 de octubre de 1968 sobre el Plan Sur.
