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Hospital de Manises: historia de dos décadas de desencuentros

El complejo sanitario ha vivido rodeado de polémica: desde la decisión política para su ubicación hasta las protestas vecinales por su privatización

Concentración vecinal ante las puertas de la conselleria de Sanidad contra el Hospital de Manises, en el año 2011. | ABELARD COMES

La historia del Hospital de Manises (y por extensión del departamento de salud que gestiona la empresa privada adjudicataria), más allá de los éxitos clínicos, está plagada de desencuentros, desde los tiempos en los que se gestó el proyecto, que no siempre tienen que ver con la concesionaria sino con toda una serie de decisiones políticas adoptadas en su creación. La tensión con los consistorios de l’Horta Sud a los que presta servicio este centro ha llegado a un punto elevado durante la pandemia, aunque viene de lejos.

Fue en los primeros años del siglo XXI cuando la Generalitat Valenciana, gobernada por el Partido Popular, esbozó el proyecto de un «hospital comarcal» para l’Horta Sud, con la intención de descongestionar los centros de la ciudad de València. Pero la infraestructura, que se reclamaba para la ciudad de Torrent, gobernaba por el PSPV y ciudad considerada la capital, acabó construyéndose en Manises, donde el alcalde popular Enrique Crespo (hoy en la cárcel por el caso de corrupción de la depuradora de Emarsa) tenía gran peso en el gobierno autonómico.

El siguiente mazazo en la definición del proyecto llegó cuando se conformó el departamento nuevo de salud: el reivindicado hospital comarcal solo daría cobertura a los municipios de Aldaia, Manises y Quart de Poblet, y a poblaciones del interior, con las que ni siquiera tenía conexión de transporte público.

El Hospital de Manises se inauguró en 2009 y, con él, comenzó el desmantelamiento parcial del centro de especialidades de Aldaia, que prestaba además servicio a Alaquàs y a Xirivella, como denunció reiteradamente su consistorio. Estos dos últimos municipios se quedaron en el departamento del Hospital General y hubieron de tener sus especialidades en el centro de Juan Llorens, en València, lo que generó protestas que provocaron que los centros de salud se convirtieran en integrados y dispusieran de algunas consultas especializadas.

El siguiente golpe y que provocó las mayores movilizaciones fue la adscripción de Mislata (hasta entonces en el departamento de Salud de la Fe de València, y con un centro de especialidades en el Hospital Militar) al Hospital de Manises, que culminaba en abril de 2010. La ciudadanía salió a la calle de forma masiva y se abrió una amplia brecha entre ayuntamiento, conselleria y gestora.

Actualmente, el departamento atiende a 195.000 personas de Aldaia, Manises, Manises, Quart de Poblet, Buñol, Alborache, Macastre, Yátova, Cheste, Chiva, Godelleta, Turís, Loriguilla y Riba-roja.

Durante su más doce años de funcionamiento, la concesionaria ha sufrido desencuentros con ayuntamientos, vecinos, sindicatos y personal, por decisiones tomadas, falta de recursos humanos o actuaciones por ejecutar.

Mislata ha sido el más ruidoso. Tras las movilizaciones vecinales, el alcalde Carlos F. Bielsa ha aplicado una constante fiscalización, reclamando la inversión de más de seis millones comprometida en 2011 para revitalizar el hospital militar, sobre todo el área de Urgencias. Esta semana se ha conocido el cierre del centro de especialidades julio y agosto. El alcalde reclamó su apertura inmediata.

A finales de 2020, el departamento se quedaba con una sola patóloga tras el despido del jefe de servicio y la renuncia de otra.

Hace unos meses el personal del hospital reclamó un incremento de efectivos en la plantilla para cumplir con la ratio de atención sanitaria y y prestar el servicio que «merecen pacientes y trabajadores». También los sindicatos han criticado la reciente supresión de la figura del coordinador de enfermería en los ambulatorios.

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