Hasta los primeros años del 2000, las tierras se revalorizaban, pero desde entonces, como no se les ve futuro y se pierde dinero en la inmensa mayoría de los cultivos, ha caído en picado el precio de las tierras y encima no hay ni compradores.

El Futuro

Pueden darse tres escenarios:

1)   Que vuelvan los latifundios y cuando las tierras estén en manos de los nuevos señores feudales, de nacionalidad española o de cualquier otra parte del mundo, los precios de los cultivos se dispararán pues podrán hablarse de tú a tú con las grandes cadenas de distribución, aunque hasta llegar a ese extremo pasará un periodo en el que se va a tener que importar casi todo, de países con mano de obra baratísima y sin restricciones en los productos para tratar las plagas, con los consecuentes residuos, sin embargo no serán baratos. Y además esas extensas propiedades se vallarán y se acabarán los senderos entre los campos.

 2)   Que las cadenas de distribución estén dispuestas al “Gano-Ganas”, es decir a que todos los intervinientes puedan vivir con dignidad de su trabajo y en la huerta vuelva a renacer la ilusión y la creación de miles de puestos de trabajo.

 3)   O podría darse otro “Miracle dels Peixets”, si una empresa propiedad mayoritariamente de un matrimonio, con sede en Valencia, que marca hoy los precios de los productos en los anaqueles de venta y por ende en el campo, mecenas de algunos deportes y en otros campos culturales, que además él nació en una gran Alquería de la Huerta de Valencia, exigiese a sus proveedores que dejasen su parte al productor y entonces también renacería la huerta y crearía miles de puestos de trabajo.

No obstante también el consumidor tiene que tomar partido por los productos de España, aunque les cuesten un poquito más.