Bosque, agua e incendios son los tres elementos que investiga Antonio del Campo, profesor de la UPV. Desde la institución, colabora en el proyecto Guardian, llamado a ser un referente internacional en prevención y extinción de incendios. Se desarrolla en la Vallesa y su interfaz urbano-forestal en el Parque Natural de Túria a su paso por Paterna y Riba-roja.

«Nuestro papel tiene que ver con el binomio bosque-agua y cómo puede ser utilizado durante los incendios forestales», afirma. Y es que, el agua es imprescindible para quitarle energía al fuego y extinguirlo. El profesor investiga, por tanto, cuál es la dinámica del agua dentro de los árboles y cómo se puede modificar mediante aguas regeneradas.

En una situación de preemergencia, habrá que saber cuánta agua hay que aportar a los árboles para poder evitar el fuego. «No se trata de sacar un aspersor o manguera para regar por encima, porque esa agua se evapora rápidamente», apunta. Esta debe estar dentro del árbol. «Es mucho más difícil que prenda un incendio en un bosque hidratado y, al mismo tiempo, será más fácil combatirlo si sucede», insiste en alusión a los elementos fundamentales del proyecto Guardian.

El proyecto Guardian analiza los procesos de hidratación del medio natural bajo el trinomio suelo-planta-atmósfera

Suelo, planta y atmósfera

Los ecofisiólogos denominan al concepto de hidratación de los medios naturales el continuo suelo-planta-atmósfera. «Hay que saber cuánta agua tiene el suelo y cómo se mueve a través de la conductividad hidráulica hasta llegar a la planta», explica Antonio del Campo. Después, el árbol, como depósito, trabajará recogiendo y liberando el agua que le pide la atmósfera.

«Tenemos que estudiar el estado del agua en esos tres sistemas y también las retenciones que el árbol es capaz de ejercer», argumenta. Una información que recogen a través de sensores e instrumentos científicos.

Comportamientos inesperados

Los días de viento de levante hay mucha humedad atmosférica y condiciona toda esa dinámica. Así, cuando los árboles están secos pero la atmósfera está relativamente húmeda, cierran estomas para retener agua, como ocurre durante la transpiración nocturna.

En definitiva, se trata de caracterizar todas esas dinámicas con independencia de la estacionalidad. Averiguar qué necesitan los bosques, cómo incorporar el agua y cómo esta se perderá. En base a este análisis, ¿es el riego aéreo eficiente? Todavía no se ha conseguido extraer una evidencia científica al respecto.

«Sería muy útil que las partes finas del árbol —las hojas que se enfrentan al fuego— pudieran estar más hidratadas para combatirlo», explica, aunque admite que siguen investigando al respecto.