Los resultados cosechados por la cantera de atletas, forjada desde hace más de 30 años, del Club de Atletismo els Sitges de Burjassot, han permitido que algunos de los pupilos y pupilas del director técnico, entrenador y fundador del club, Eduardo L. Gómez, puedan completar su formación en las prestigiosas escuelas y universidades americanas.
Este es el caso de Daniela Gil, de 15 años, y Antonio Aparicio, de 20, quienes se encuentran cursando sus estudios reglados en Estados Unidos. «Se trata de una dinámica que no solo apoyamos desde el club sino que fomentamos tanto a nivel deportivo como personal», explica Gómez.
Daniela Gil es estudiante de intercambio en Woodcreeck, en la High School de California. «Voy a estar aquí estudiando principalmente cinco meses aunque por mí me quedaría todo el año ya que he tenido muchísima suerte con la familia que me ha acogido», explica Gil, quien, a pesar de todo, no oculta su nostalgia. «Cuando entreno me acuerdo mucho de mis amigos del Club Els Sitges y de mi entrenador Edu, aquí es todo muy diferente», declara la atleta de 15 años.
Por su parte, Antonio Aparicio lleva tres años viviendo esta experiencia en Estados Unidos que, él mismo describe como « terriblemente enriquecedora». Con su corta edad, Antonio ya es un habitual en las competiciones nacionales donde ha cosechado «excelente resultados» que junto a su internacionalidad en el campeonato del mundo escolar de Cross Country le han permitido llamar la atención de diferentes universidades y poder elegir la mejor opción posible, según él, la Tusculum University, en Tennessee.
«El volumen de los entrenamientos es superior al que llevaba a cabo en España, pero la calidad de los entrenamientos de Eduardo Gómez en Burjassot no la he visto en ningún sitio», cuenta Aparicio, quien en estos tres años, ha participado en seis finales de conferencia, ha batido cuatro récords de la Universidad y ha mejorado su marca personal. Con ello, este último éxito le abrió las puertas el pasado junio al campeonato de España sub23, que se realizó en Nerja. «La experiencia personal es inigualable. Mis compañeros de Valencia no se lo podían creer», explica.
