«Historias de matrimonios, de vida». La antigua factoría Elcano de Quart de Poblet «era mucho más que una fábrica de motores de barco», indica Juan Carlos Fita, el director del documental que ha impulsado el Ayuntamiento de Quart de Poblet.

Con motivo de rendir homenaje y recordar esa fábrica del sector de astilleros, que abrió en los primeros años de los años 50, para, y poder unir la memoria histórica y el patrimonio, el consistorio presenta el próximo viernes, 27 de mayo, el audiovisual «Elcano, factoría de memoria». Se trata de un cortometraje que cuenta la historia de la factoría a través de las anécdotas de algunos de sus trabajadores.

Grupo de empleados en el interior de la empresa. A.Q.

«Yo entré con 15 años en 1952, soy el más antiguo de la fábrica. Allí conocí a mi mujer que también trabajaba en las oficinas técnicas de Elcano», relata Pep Puig, extrabajador de la factoría. «Mi padre ya trabajaba allí, yo empecé a trabajar sin haber cumplido aún los 17; era la niña de la fábrica», recuerda Paquita Moragón.

Foto de una de las máquinas y trabajadores de Elcano. A.q.

Pep Puig y Paquita Moragón son uno de los matrimonios que nacieron en Elcano. Allí comenzaron a construir su vida juntos, una vida que ya cumple 50 años. «A Pep ya lo conocía de haberlo visto por la fábrica y habíamos hablado alguna vez pero, cuando se jubiló mi padre, empecé a coger el autobús y resulta que vivíamos cerca. Entonces nos empezamos a sentar juntos durante el trayecto y ahí empezó todo», recuerda Moragón. Así es que Puig destaca:«Elcano era una continuación de mi casa, he crecido, me he casado y he tenido hijos».

Pep Puig durante el rodaje. J.C.F.

«Yo trabajaba en la oficina técnica y estábamos en una sala muy grande. Cuando los jefes querían algo, nos llamaban al timbre, nos dictaban cortes o escribíamos por taquigrafía. Pero llegué a ascender porque mi jefe subió de cargo y lo hicieron subdirector. Entonces estuve de secretaria de subdirección hasta 1972, cuando me casé», expresa Moragón. Así era, en esa época, el tardofranquismo, en cuanto una mujer se casaba, no estaba bien visto que siguiese empleada. En cambio, Puig pudo continuar con sus labores que lo llevaron a convertirse en jefe de taller.

Voro Espí en una de las conm anifestaciones de la fábrica. V.E.

Pero, además de vida, en cuanto al trabajo, materiales e instalaciones, Elcano era una factoría pionera, innovadora y prestigiosa que se posicionaba en la cabeza del mundo. «Éramos como los conejillos de indias de la industria, nos enviaban los prototipos y nosotros los fabricábamos. Por ejemplo, nos convertimos en los primeros en crear motores de inyección electrónica, incluso hicimos el más grande. Las empresas pedían motores fabricados expresamente en Elcano porque destacaban por su calidad», asegura Voro Espí, ex trabajador que dirigía el Colectivo Autónomo de Trabajadores (CAT) en la fábrica.

«Nos creíamos la democracia»

La factoría se erigía sobre los cimientos del franquismo con sus ideas y principios. De esta manera, Elcano trataba de atrapar y absorber a los trabajadores, dotándolos de instalaciones de las que no podían disponer en ningún otro lugar en ese momento. «Teníamos una piscina olímpica cuando no había ninguna en toda la comunidad, un frontón de granito, clínica...», describe Espí. Esto favorecía a que las familias hiciesen vida dentro de la fábrica. «Como mi marido trabajaba por la tarde, me iba con los niños a la piscina, merendábamos y allí lo esperábamos», explica Moragón.

No obstante, los movimientos sindicales en la fábrica comenzaron a crecer, hasta el punto de convertirse en «punteros» en su sector y en otros. «Recuerdo esa primera huelga que hicimos: una culebra. Íbamos saliendo de cada puesto, recogiendo a los demás compañeros hasta llegar a un punto común, por lo que se formaba una culebra. Gracias a estas reivindicaciones, pasamos de ser los peores pagados del sector, a ser los mejores, nos creíamos la democracia», narra. Otro hitos importantes son el dñia que una protesta sindical tomó el aeropuerto y la jornada en la que el grupo cortó la A-3.

Pero ni siquiera el sindicalismo y la calidad fueron capaces de frenar la crisis que después llegó a la industria naval. Cada vez era más barato conseguir los motores de otros países. Por lo que en 2008 Elcano cerró, lo que supuso «un fracaso para la industria valenciana», señala Espí. Por su parte, Puig explica que sintió «mucha tristeza, porque la fábrica tenía mucho prestigio». «Además había sido nuestra vida», añade.

«Su cierre supuso un duro golpe para el municipio porque formaba parte de la vida de muchas familias. Por ello, era especialmente importante para nosotros que todo ese patrimonio no se perdiera», declara la alcaldesa de Quart, Carmen Martínez. Es por eso que se lleva a cabo este documental que se estrenará a las 19 horas en el casino de Quart el día 27 de mayo.

«Grabar este cortometraje ha sido emocionante para todos. Conseguí que nos dejasen a entrar a grabar dentro y los llevé a ellos (los trabajadores) también. A pesar de que ahora sea un lugar invadido por la vegetación, se emocionaban muchísimo, había cosas en los cajones que se habían dejado ahí desde hace años», expone el director.

«Ya no es solo todo lo que supuso a nivel industrial y personal de cada uno de sus trabajadores, la arquitectura de Elcano es impresionante. Es un espacio inmenso con muchísimas posibilidades», afirma Fita.