«Yo creo que soy aquel de allí, y cada vez que voy a la iglesia se lo se lo digo a mis hijos y mis nietos». Es una de los ángeles que José Corell utilizó como modelos para pintar el altar de la iglesia de San Bartolomé de Godella

José Corell nació en marzo de 1927, en la calle Abadía. Desde pequeño mostró un gran interés por el dibujo, ya en el colegio de las Madres Trinitarias. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de València, y creó su propio libro de anatomía con los dibujos que diseñó. Durante el servicio militar, en Girona, se dedicó a pintar retratos a los mandos y miembros de la burguesía catalana. Alcoi, en 1948, acogió una de sus primeras exposiciones, con 32 obras. 

Poco a poco se fue especializando en pintar murales en templos religiosos. En aquella época la iglesia tenía bolsillo para determinados trabajos y los grandes espacios que ofrecían las parroquias le permitían mostrar su talento. Las paredes de San Bartolomé y El Salvador, de Godella, San Vicente de Guadassuar, San Bartolomé de Vallada, o el Seminario de San José contemplan grandes pinturas de Corell.

Las hermanas Casar y M. C. Alonso señalan el mural donde están pintadas como angelitos

Entre toda su obra, destaca sobre el resto el altar mayor de San Bartolomé, una réplica del pintado por varios artistas en la iglesia de San Juan de Letrán de Roma. Corell tenía 27 años y lo compuso en tres meses. Su inauguración fue con motivo de la festividad de la Virgen de Agosto de 1950. Aparte de la gran belleza del mural, la curiosidad es que los cerca de cuarenta angelitos que aparecen en la pintura son retratos de niños y niñas de la Godella de entonces.

Pedro Fernando Gálvez y Salvador Carsí recogen en el libro «José Corell, maestro y pintor», la investigación realizada por José Luis López, que consiguió identificar con nombre y apellidos a 33 de aquellos modelos. «Éramos bebés y la verdad es que recuerdo muy poco. Mis padres me contaron que entregaron al pintor una foto mía tocando el piano y con esa carita me pintó», relata Mari Carmen Alonso, el angelito número 30. La presidenta de las Tyrius no puede precisar cómo se escogió a aquellos modelos para ser los ángeles del mural. «Mi padre estaba en el ayuntamiento y le pregunté en su momento a la hija del entonces al alcalde para saber por qué fuimos elegidas y no supo decirme, porque ella, por ejemplo no sale», explica. Alonso revela que entre los rumores populares se decía que «salen los niños y niñas cuyos padres pagaron cinco pesetas, pero eso no está recogido en ningún libro y tampoco está claro», reconoce. 

Parte de los angelitos del altar de San Bartolomé

Ángeles Casar y Amparo Casar son hermanas, pintadas como los angelitos 11 y 12. «Éramos muy pequeñas, y no posamos para el autor, simplemente nuestros padres entregaron fotos nuestras y él ya se encargo de pintarnos en el mural», recuerdan. Para ambas mujeres «es muy bonito formar parte de la historia de Godella de esta manera». 

Clotilde Corell, la hija del pintor, destaca «la ilusión que me transmite la gente por verse en el mural». La mujer afirma que «mi padre pretendió poner en valor el arraigo del pueblo, cuya vida no era igual que la de ahora. Entonces, mi padre plasmó ese arraigo de la gente en el altar para que perdurara».