Patrimonio

"Este reconocimiento ayuda a que el toque manual de campanas tenga un futuro"

Las cuatro collas de campaneros de l'Horta celebran la declaración de esta actividad como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y piden visibilidad y relevo generacional

Dos campaneros de Picanya tocan las campanas.

Dos campaneros de Picanya tocan las campanas. / C.P.

Violeta Peraita

Violeta Peraita

Hace siglos que se practica pero en la actualidad es una tradición "escondida", que "pasa desapercibida" o que "no se ve". Se trata del toque manual de las campanas, una disciplina patrimonial con historia centenaria que ahora ha reconocido la Unesco declarándolo Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Una declaración promovida por los campaneros de Albaida pero que también continúa activa en l'Horta Sud y l'Horta Nord. En Massanassa, Picanya, Puçol y Massamagrell, existen collas de campaneros que mantienen viva la tradición de tocar las campanas a mano, sobre todo en fechas señaladas como fiestas patronales o santos.

Campaneros de Massanassa, en una foto cedida por la colla.

Campaneros de Massanassa, en una foto cedida por la colla. / C.M.

La mayoría de iglesias y parroquias tienen campanas mecanizadas, pero las que pueden tocarse a mano, reviven cada vez que un campanero agita la estructura para emitir distintos sonidos. Lo cuenta Francisco Javier Raga, fundador de la colla de Massanassa, nacida en 1994. "El sonido de la mecanizada y la manual cambia mucho a la hora de expresar un acontecimiento. Es como la música porque la tocas en presente y según como lo hagas, tiene un tono u otro", explica.

Un 'sereno' actual que enseñe a los jóvenes

Para él, la declaración del toque manual como Patrimonio Inmaterial de la Unesco es "una alegría", pero resalta que lo más importante es que haya un relevo generacional. "La figura del 'sereno' se ha perdido y fue precisamente esa figura la que nos enseñaba, de niños, a cómo tocar las campanas. Ahora nosotros subimos a varios chavales que se han interesado. La historia se repite y es importante seguir", opina Raga. Porque el pasado y el presente se funden en uno cuando se tocan sonoridades que se habían perdido y que las collas han recuperado.

"Es una tradición que está en el día a día pero que pasaba desapercibida. Ahora ya no"

También en l'Horta Sud, en Picanya, Adrián Gil forma parte de la colla que nació en 2018. "Es muy positivo este reconocimiento. Es una tradición que no se ve mucho y hay mucha gente que no sabe que las campanas aún se tocan a mano. Divulgar esta tradición es buena noticia porque ayuda a que haya un futuro". En su caso, el relevo está garantizado, pues son 20 personas de edades de entre 6 y 50 años.

Campanas que sobrevivieron a la guerra

Tocan en los días de fiesta (en La Purísima, el Día de la Sangre, la Mare de Deu de Monserrat en septiembre y otras ocasiones). Dice Adrián que lo que les pasa a ellos es una suerte. "Las campanas de la parroquia de Picanya, de cuatro, tres son de antes de la guerra y se pueden tocar a mano". Cuenta el campanero que cuando llegó la Guerra Civil, muchas iglesias se destruyeron y con ellas, sus campanas. En Picanya no fue así.

Dos jóvenes campaneros de Puçol

Dos jóvenes campaneros de Puçol / C.P.

En l'Horta Nord, por otra parte, hay dos collas de campaneros. Una en Puçol y otra en Massamagrell. La primera, cuenta Pau Martínez, nació en 2015 y es un grupo activo y joven. Tocan en Alicante, Valencia y Castelló e incluso han ido a Teruel a hacer sonar campanas a mano. "Es una tradición que acompaña al día a día de los pueblos pero que pasaba desapercibida. Ahora, siendo Patrimonio Inmaterial de la Humanidad se verá más", dice.

"No tengo palabras. La declaración es ilusionante, pues ya era hora de que se reconociera nuestra labor"

En Massamagrell, por último, Felipe compara las campanas con el "WhatsApp". "En su día era la manera de avisar a la gente si había un incendio, si alguien moría o si era fiesta", explica. Respecto al reconocimiento asegura que "no tiene palabras". "Es una ilusión tremenda. Ya era hora de que se reconociera nuestra labor", apunta. "Es muy positivo porque a los campaneros nos tienen olvidados, sobre todo en los pueblos pequeños. Y tenemos que trabajar para que esta tradición no se pierda". Ese es y debe ser, añade, su legado.