Dos vecinos de Torrent rescatan 'in extremis' a un matrimonio octogenario: "Se los llevaba la corriente, si se soltaban no iban a aguantar"

"Mis vecinos tienen 85 años. La corriente los arrastró hasta el campo de naranjos que tenemos enfrente. Les llegaba el agua por el cuello". En esa situación, Aitor no dudó en lanzarse a rescatarlos junto a otro de los residentes de una urbanización de Torrent. Un gesto de valentía y solidaridad que ha salvado vidas.

Sobre las 18.30 horas del martes 29 de octubre, Aitor subió al tejado de su casa para comprobar que el agua de la lluvia que había caído evacuaba bien. Tras comprobarlo, se dio cuenta de que la corriente estaba inundando su parcela. "Parecía una piscina. Me metí dentro de casa. Entraba el agua por debajo de la puerta. Een cuestión de tres o cuatro minutos, ya estaba a un metro de altura", recuerda.

Unidos por la fe y la tragedia

Aitor trató de salir a la calle, cogió a su perra, con el agua ya por la cintura. "Cayó uno de los muros de la casa de al lado", dice. Uno de los residentes del vecindario, trató de acceder a la casa del matrimonio de octogenarios para ayudarles a escapar, pero cuando estaban a la altura de la puerta la corriente les arrastró hasta el campo de naranjos que queda delante de la fila de chalets, que tiene una caída de un metro. Estaba completamente inundado.

"Me tiré al agua"

"Me tiré al agua sin dudarlo. Mi vecino se sujetó y agarró como pudo al hombre, casi del cuello, del único sitio donde podía. El agua arrastraba todas las cañas, los palos, y otros objetos. Eso nos impedía avanzar. Y ya entre los dos conseguimos llevarlo hasta mi casa, donde el muro todavía seguía en pie y frenaba la corriente", narra.

Tras ponerle a salvo a él, estos dos "héroes anónimos" volvieron a cruzar para rescatar a la mujer. "La cogimos cada uno de un brazo y dando pasos muy pequeños pudimos sacarla. Ella en cuanto notó la presión del agua se dejó ir, ni hacía pie en el suelo. Fue muy difícil. Veíamos que se los llevaba el agua, que si se soltaban de nosotros no iban a aguantar", reconoce. Terminaron el rescate con la perra del matrimonio. "Cuando sonó la alerta ya estábamos mojados hasta el cuello, había sacado de su casa a nuestros vecinos de 85 años. Todo lo que podía haber pasado, ya había sucedido", lamenta.

Tras varias horas, cuando el agua perdió fuerza, de nuevo, cruzaron la corriente para buscar un sitio más seguro en la zona más alta de la urbanización. "Teníamos miedo de que mi muro terminara cediendo", comenta. Allí estuvieron esperando hasta altas horas de la madrugada. Aitor cree que sobre las 3.30 horas de la mañana pudo acceder al lugar el primer coche de Proteción Civil. "Se llevaron primero al matrimonio. Son personas mayores, hacía mucho frío, estaban descalzos. Luego, volvieron a por nosotros", afirma.

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Al día siguiente, pudo hablar con uno de los hijos del matrimonio para saber cómo estaban. "A los dos otros días vinieron a la urbanización y les pude dar un abrazo. Era algo que necesitaba. Son encantadores. Les tengo mucha estima. Ese abrazo era necesario", subraya.

"Me cuesta dormir"

Aitor admite que los días posteriores han sido duros. "Emocionalmente sobre todo. Me cuesta dormir, no descanso. Además de la cantidad de trabajo que hemos tenido aquí en nuestras casas, y que sigue habiendo", apunta. Por eso, no duda en agradecer a todos los voluntarios y voluntarias que se han acercado a ayudarles. "Es emocionante ver la cantidad de gente que se ha volcado con esta zona y con todas. Cuando llevas tres días sacando fango de casa, y ves que entran por la calle 50 chicos y chicas jóvenes se te saltan las lágrimas", admite.

Ahora toca intentar volver a la normalidad. Ha perdido todo lo que había en su planta baja: muebles, electrodomésticos, ropa, recuerdos familiares... También el coche y la moto. "Necesitamos que restablezcan el suministro para poder limpiar con las máquinas de agua a presión. La ayuda económica también es importante", concluye.