Día 33: siguen las colas de comida caliente en Paiporta

Un mes después de la trágica barrancada, cientos de personas siguen acudiendo a los diez puntos de reparto de platos calientes habilitados en el municipio de l'Horta. El martes abrió un supermercado Consum, pero hay gente que sigue sin poder cocinar, se ha quedado sin nevera o no encuentra tiempo –la limpieza sigue mandando– para invertir delante de un fogón.

Cola de gente para recoger arroz con pollo de la oenegé Word Central Kitchen

Cola de gente para recoger arroz con pollo de la oenegé Word Central Kitchen / Francisco Calabuig

Claudio Moreno

Claudio Moreno

«Dicen que ya estamos bien…». Un hombre comenta junto al Auditorio de Paiporta algo que ha cazado al vuelo en una tertulia y, según conviene con su interlocutora, aquello no le hace justicia al pueblo. Las calles están más despejadas y algunos negocios han vuelto a subir la persiana, pero Paiporta continúa inmersa en un lento y costoso proceso de recuperación. Prueba de ello es que, 33 días después de la barrancada, cientos de personas siguen alimentándose de la solidaridad ajena. Literalmente.

El ayuntamiento del municipio más afectado por la dana publica cada mañana en sus redes sociales los puntos de reparto de comida caliente. De momento son diez, entre ellos el hogar del jubilado, el espacio Conviu o la Plaça Xúquer. World Central Kitchen gestiona cinco de ellos. 

La Pescadería Paiporta ofrece lubina gratis a los vecinos

La Pescadería Paiporta ofrece lubina gratis a los vecinos / Francisco Calabuig

En la pérgola montada frente al auditorio la oenegé dio ayer 700 raciones de arroz con pollo y 400 bocadillos. Las colas empiezan a menguar porque el martes reabrió un supermercado Consum, de forma que la población empieza a poder gestionar su propia cesta de la compra, sin embargo las raciones solidarias se siguen agotando cada día.

 Chelo es paiportina y explica que, pese a poder comprar y cocinar, acude a por comida caliente para que no decaiga la iniciativa. «Venimos por toda esta gente que se ha esforzado en cocinarnos», dice en referencia a la entidad de José Andrés, pero también a Amigos de la Calle o voluntarios independientes que siguen al pie del cañón. 

«Si no venimos tendrán que tirar la comida. Una vez digan que se retiran entonces dejaremos de acudir», afirma Chelo. «Pero también es importante estar aquí por todos aquellos que no tienen cocina ni capacidad de comprar alimentos; cuando nos presentemos 100 en lugar de 300 quizás desmonten el reparto y habrá gente muy perjudicada»

En la cola para recibir comida caliente un mes después de la tragedia hay muchas historias y circunstancias. Están quienes vivían en bajos y lo han perdido todo, fogones o vitrocerámica incluida. Aquellos que llegan de trabajar o de limpiar y no tienen tiempo para cocinar o los que se han quedado sin frigorífico y no pueden conservar productos frescos. 

Gabriel corta el pescado que le suministra la oenegé de José Andrés

Gabriel corta el pescado que le suministra la oenegé de José Andrés / Francisco Calabuig

También los hay como Salva y Amparo, que ayer decidieron darse un humilde homenaje. “Hemos venido a por la gracia de la pizza", decían en una paraeta de pizza al corte montada junto a la oenegé. «Comerse una pizza ahora en Paiporta es un lujo. La gente se está acostumbrando a vivir de las latas de conservas», confesaban.  

También fue a por pizza para sus hijos Pilar y contaba a Levante-EMV que la dana ha robado muchas cosas a Paiporta, pero también ha dado algo a sus vecinos. “En el edificio nos hemos organizado porque quien tenía luz no tenía gas y viceversa. Hemos cocinado todos para todos. Antes era el vecino de la puerta 1 y el de la puerta 3. Ahora son personas con identidad a quienes confías las llaves de tu casa. La catástrofe nos ha unido». 

Lubina para todos

En el número 13 de la calle Jaume I del mismo municipio, Gabriel ha reabierto su pescadería para enriquecer la dieta de sus vecinos. De momento corta y distribuye gratuitamente la lubina que le provee World Central Kitchen, pero pretende ampliar el género en próximas fechas. Tras su mostrador asoman clientas habituales y clientes que no ha visto en la vida. La pescadería llegó a tener un metro y medio de agua y quedó un palmo de lodo. Ahora presta un servicio público a la comunidad. No solo ofrece comida: también trabaja el sentido del humor en un pueblo que empieza a estar derrengado. 

Un agricultor de Picanya reparte fruta a los vecinos de Paiporta

Un agricultor de Picanya reparte fruta a los vecinos de Paiporta / Francisco Calabuig

«Tenemos mucho cansancio psicológico», reconocen Francisco y Pilar, del Forn i Pastisseria Jaume I, un negocio igualmente arrasado pero que tardará más en abrir. La previsión es tenerlo en marcha a partir de febrero o marzo para llegar a la tradicional mona de Pascua. Perderán la recaudación de Navidad pero lo asumen con resignación: están funcionando como punto de reparto gratuito de pan. «Siempre que vamos a repartir decimos que esto parece el Día de la Marmota. No vemos la luz». 

Los vecinos de Paiporta hablan de las comidas que no tienen a disposición y aquellas que han podido hacerse casi milagrosamente. Un putxero valenciano comprando el arreglo en otro pueblo. El estofado cocinado en una paella acoplada al butano. Un caldo repartido entre cinco. «A veces no tienes nada y te apetece comida caliente, pero ponerte a hacer cola con la paliza que tampoco es plato de buen gusto», cierra Enrique a las puertas de un almacén solidario. 

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