La huella del impacto de la dana en Sedaví
Vecinos y comerciantes tratan de recuperar la normalidad rodeados de un paisaje que refleja el golpe de la dana

Abraham Pérez
Un paseo por la Avenida del País Valencià de Sedaví sirve para comprobar el alcance de la catástrofe de la dana de aquel fatídico 29 de octubre y sus consecuencias. Una campa de coches apilados en solares con restos de barro, algunas colas de personas que piden comida caliente en puntos de reparto y maquinaria pesada del ejército desfilando por las calles del municipio de l'Horta Sud rememoran la tragedia.
La vida en esta avenida que recibe a vecinos y visitantes avisa del panorama: edificios sin las puertas que se llevó el torrente de agua, viviendas con las ventanas abiertas de par en par para ventilar y extraer la humedad y colas de personas que esperan su turno para recoger los tuppers con comida caliente que distintas organizaciones continúan repartiendo para ayudar a los damnificados.

Campa de vehículos en un solar de Sedaví. / Miguel Angel Montesinos
"Muchos se quedarán por el camino"
Más de 1.300 raciones cocinadas por World Central Kitchen, Hambre Cero y Chefs Solidarios son las que siguen distribuyendo cada día los voluntarios de la oenegé Remar S.O.S. en una de las plantas bajas de esta vía que desde la riada ha cambiado su actividad para convertirse en un punto de distribución de alimentos y productos de primera necesidad. Hugo Félix Sánchez, uno de sus portavoces, cuenta que entre las 09:00 y las 18:00 atienden diariamente a unas 200 personas "que todavía siguen teniendo muchas dificultades para cocinar o hacer la compra".

La oenegé Remar S.O.S. reparte comida caliente en un bajo de la avenida País Valencià. / L-EMV
Una de ellas es Iman Aouane, que acude "a por pañales y algo de comida" porque ha perdido el vehículos, muchos supermercados siguen cerrados "y esta es la única manera de poder conseguir al menos algunos productos básicos". Ahí ha coincidido con Dori Ferrer, una mujer que recoge las raciones de lentejas que están entregando "porque con este frío el cuerpo te pide algo de caliente". En su caso, todavía no puede cocinar por los daños que la dana ha provocado en su casa, aunque confía que en poco tiempo termine la reparación. Más complicado lo va a tener mucha gente, alerta la mujer, "porque el que tenga recursos podrá salir adelante, pero el que no, se quedará en el camino".

Edificios dañados por la dana en la avenida País Valencià de Sedaví. / Miguel Angel Montesinos
Casas y negocios a la intemperie
Ese es uno de los temores de Banti Singh, dueño de una pequeña pizzería que ha vuelto a levantar la persiana "como hemos podido" para intentar frenar la pérdida de ingresos. "No tenemos ni puertas y hemos perdido mucha maquinaria. Gracias a familiares y amigos hemos conseguido recuperar lo básico y volver a abrir, aunque todavía tengo a la mitad de la plantilla en ERTE porque en esta zona en los bajos ya no vive nadie, y la poca gente que queda no tiene dinero para gastar como antes", lamenta el hostelero al tiempo que añade el temor a que asalten el local "porque aún no hemos podido arreglar la persiana. Nosotros vivimos aquí arriba y hacemos turnos para vigilar".

Un comercio dañado por la dana reabre en la avenida País Valencià de Sedavi. / Miguel Angel Montesinos
También a la intemperie se encuentra la vivienda que Javier Taravillas y su equipo están reformando en uno de los edificios dorados construidos a finales de los 60 que ahora han sido arrasados. Uno de los trabajadores explica que actualmente "estamos pelando las paredes para dejar el ladrillo al descubierto y hacer que la humedad acumulada baje más rápido". Aunque desconoce el tiempo que tardarán en finalizar la reforma, advierte que "todavía queda mucho trabajo por delante". Una frase que los vecinos de Sedaví comienzan a estar cansados de escuchar cuando acumulan dos meses de inclemencias por los daños que la dana que ha ocasionado en sus vidas.

Trabajos de rehabilitación en una vivienda en una planta baja de Sedaví. / L-EMV
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