De Vizcaya a Paiporta para gestionar la ayuda humanitaria

Voluntarios de la Galdakaoko Boluntarioen Gizarte Elkartea dirigen el centro logístico que han improvisado en el polígono industrial que distribuye los productos a los distintos centros de reparto de la ciudad

Una ONG vasca gestiona la ayuda humanitaria de Paiporta

Francisco Calabuig

Abraham Pérez

Abraham Pérez

Instalados desde hace dos meses en una nave industrial del polígono de Paiporta y supervisados por el ayuntamiento, Álvaro Saiz y la red de voluntarios de Galdakaoko Boluntarioen Gizarte Elkartea (GBGE) -Asociación Social de Voluntarios de Galdakao en castellano-, la oenegé que fundó más de una década este ex técnico de Emergencias en su Vizcaya natal, gestionan el grueso de las donaciones que reciben a diario de particulares, empresas y ayuntamientos de todos los puntos del país que quieren aportar su grano de arena a los damnificados de este municipio de l'Horta Sud, uno de los más afectados por la dana. Entre 30 y 50 palets al día de alimentos, productos de limpieza e higiene, y en las últimas semanas, también de electrodomésticos y mobiliario de hogar.

Un militar descarga un palet de leche en el centro logístico de Paiporta.

Un militar descarga un palet de leche en el centro logístico de Paiporta. / Francisco Calabuig

"Nosotros lo que hacemos es recepcionar todas las donaciones que están llegando desde toda España, las concentramos en un mismo almacén y posteriormente las distribuimos entre los distintos puntos estratégicos que hay habilitados por todo el pueblo. Lo que buscamos es repartir las donaciones de una manera más eficiente teniendo en cuenta las necesidades y carencias de cada punto", resume brevemente el impulsor de este centro logístico improvisado que actualmente gestiona el stock de los principales puntos de distribución gestionados por el ayuntamiento. No es la primera vez que lo hacen. De hecho, a lo largo de sus doce años de vida han hecho lo propio en otras emergencias como la Palma, Ucrania o Mongolia.

Jornadas de hasta 14 horas

Ahora, los cerca de 30 voluntarios que continúan prestando servicios de manera totalmente altruista y sin cobrar nada -durante toda la emergencia han pasado más de 3.000- trabajan en readaptar el Pabellón 51, nombre con el que han bautizado a las instalaciones que ha cedido una empresa privada al estar en desuso, y que el ayuntamiento ha gestionado para garantizar que pueden disponer de ellas durante toda la emergencia. Lo hacen con la ayuda de las distintas secciones del Ejército de Tierra que envían cada día para gestionar este centro logístico. Entre 30 y 90 soldados, en función del día, para descargar, paletizar y distribuir todas las donaciones que reciben a diario entre las 09:00 de la mañana y las 18:00 de la tarde. "Hay días que empezamos antes y otros que estamos hasta las 23:00 de la noche. A veces hemos hecho hasta jornadas de más de 14 horas", afirma Ángel Hernández, un catalán que ha asumido el rol de coordinador de la oenegé durante la ausencia de Álvaro.

Una voluntaria descarga alimentos frescos que han donado para los afectados de Paiporta.

Una voluntaria descarga alimentos frescos que han donado para los afectados de Paiporta. / Francisco Calabuig

"La cobertura de la emergencia está siendo por fases. La primera se centró en el reparto de alimentos, ropa y productos higiene o limpieza, necesidades que ahora ya están más que cubiertas. Ahora queremos liberar la mayor parte del espacio que se destinaba a almacenar estos productos y cederlo a los muebles, electrodomésticos o material de obra que estamos empezando a recibir, y que es en la fase en la que nos vamos a centrar ahora", explica el coordinador en funciones.

"Repartir gratis va en contra de la recuperación económica"

"El espacio es el que hay, y se trata de tenerlo todo organizado de la mejor manera para agilizar tanto la recepción como el reparto y el control del material que tenemos disponible", añade este joven, que avanza que el centro continuará operando "durante un tiempo más". "No hablamos de años, pero sí de algunos meses más para seguir proporcionando ayuda. Y como el plan no es solo centrarnos en una cosa, sino ir mutando a medida que las necesidades van cambiando, estaremos el tiempo que se pueda y el que haga falta". Por su parte, Saiz tampoco se atreve a hablar de fechas "porque no sabemos exacto hasta cuándo vamos a estar" aunque calcula que los voluntarios "estaremos al menos hasta abril. Nuestro lema es estar hasta que se vaya el último", afirma, aunque matiza que la intención es "retirarnos cuanto antes, para que se recupere el sector".

Militares colocan los productos que llegan al centro logístico de Paiporta.

Militares colocan los productos que llegan al centro logístico de Paiporta. / Francisco Calabuig

En este sentido, el fundador de la oenegé admite que ahora mismo están en un momento complicado, no solo por la incertidumbre en la zona sobre qué va a ocurrir. "El problema es que estamos en un punto en el que seguir repartiendo cosas gratis va en contra de la recuperación económica de la zona, pero al mismo tiempo sigue habiendo mucha necesidad y mucha gente continúa necesitando ayuda". A este respecto, señala que serán las administraciones las que tendrán que asumir la gestión de las ayudas "porque al fin y al cabo, nosotros somos voluntarios y son ellos los que tienen que canalizar las ayudas a través de los canales habituales sin interferir en el desarrollo económico del comercio local".

Dificultad para gestionar los excedentes

Saiz admite también la complejidad para gestionar el gran volumen de donaciones que reciben a diario, lo que está derivando en un excedente de productos como lejía, agua, ropa o mantas. "Nosotros tenemos una política muy clara, y es que no podemos desechar nada. El problema es que gestionar todo el excedente de esos productos de los que tenemos tantas toneladas es complicado, porque tenemos que canalizarlos de una manera eficiente y resulta muy difícil en según qué artículos. Por ejemplo, con el tema de los pañales, ahora mismo hay muy pocas residencias que los acepten porque prácticamente no necesitan, tienen esa necesidad cubierta. Entonces, darles salida cuesta".

Cientos de botellas de lejía almacenadas en el centro logístico de Paiporta.

Cientos de botellas de lejía almacenadas en el centro logístico de Paiporta. / Francisco Calabuig

Para otros productos de los que tienen un stock demasiado amplio para la necesidad actual, los miembros de la GBGE ya barajan opciones para darles salida de una manera que beneficie a los residentes de los municipios afectados. "Lo que vamos a hacer con la lejía es donar todas esas toneladas a los centros públicos, para que dispongan de ella para la limpieza. Los geles de ducha se donarán a entidades deportivas locales y las mantas se entregarán a protectoras de animales. Son alternativas que nos garantizan que el producto que se ha donado cumple la función con la que se entregó", explica Álvaro Saiz.

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