Dios está en todas partes, también en el centro cultural de Picanya

El espacio municipal acoge las eucaristías tras quedar destrozada la parroquia de Nuestra Señora de Montserrat por la dana

El Centro Cultural de Picanya acoge misas tras quedar la iglesia destrozada por la dana

Paco Calabuig

Violeta Peraita

Violeta Peraita

La dana se llevó por delante Picanya entera. También la Parroquia Nuestra Señora de Montserrat, a orillas del barranco del Poyo. Lo terrenal y lo espiritual se unieron a la fuerza del agua que inundó l'Horta Sud. La iglesia está en proceso de recuperación y mientras tanto, desde hace unas semanas las misas se han retomado en el Centro Cultural del municipio. Un espacio preparado técnica y espacialmente que acoge estos meses eventos de todo tipo, también religiosos.

Son las seis de la tarde y a y media está programado el rezo del Rosario. Comienza a entrar la gente al auditorio de esta sede cívica del ayuntamiento. Concha es la primera en abrir el portón de cristal que aísla de toda la actividad social que acoge la plaza del País Valencià. Esta vecina dice que se cansa de estar en casa, pues vive sola tras enviudar.

Asistir a misa también es una excusa para salir y ver a otras mujeres (pues la mayoría del público es femenino). Poco después llegan dos monjas del convento del pueblo, en el centro del núcleo urbano que tampoco se salvó de la barrancada. Las vecinas comentan que la puerta, gruesa y resistente y de la institución religiosa se fue con el agua y la colaboración ciudadana fue clave.

"Las primeras veces me parecía que estaba viendo un teatro"

El ayuntamiento ha cedido a la parroquia el uso de este centro que también acoge los plenos municipales, las clases de teatro y otras actividades como las de las comisiones falleras. Precisamente esto hará que este fin de semana los actos de comunión que hay tengan que terminar antes, sin la misa de 19:30, pues el espacio albergará la presentaciones falleras. Esto lo lamentan las señoras pero también se encogen resignadas: "Qué le vamos a hacer, al menos tenemos un sitio al que venir a rezar", dicen.

Comentan que las obras de la iglesia están en marcha y que menos mal que "se han puesto las pilas". Juegan a adivinar cuándo podrán volver a los bancos del templo, aunque las butacas del teatro no están nada mal, completan otras interlocutoras. Pilar, una vecina de Picanya, admitía que las primeras veces que acudió a misa "me parecía que el cura estaba haciendo un teatro, pues ahí es donde hacemos las obras de los mayores".

"Todas las imágenes quedaron mutiladas tras la riada"

Fabiana llega y se sienta en la última fila. Bueno, se apoya en la butaca porque tiene problemas de espalda. A sus 88 años está como una rosa, aunque ella diga que los años se notan. "No parece la Iglesia, hasta que no empieza a mi no me parece que esto sea una misa", admite a este diario. Cuenta que la barrancada San José se quedó sin el niño Jesús, pues se lo llevó el agua. "Ahora decimos de broma que el niño se ha idependizado". A San Antón le falta un animal, "están todas las imágenes mutiladas", dice Fabiana, que añade que es "una pena muy grande lo que ha pasado". Dice que la intención de la parroquia es abrir el primer domingo de febrero, pero ella estima que "aún huele mucho a humedad, no lo veo para ir ya", dice.

Después de rezar el Rosario, el patio de butacas comienza a llenarse de más gente, que acude a la misa de siete de la tarde. Saludan, toman asiento y esperan pacientemente a que salga el cura, quien entona la eucaristía con la colaboración de las señoras, de las monjas y de un hombre, el único en el público. La imagen no deja de ser curiosa, única.

El escenario está adornado con todos los detalles que acompañan al altar de la parroquia y una imagen de Cristo se proyecta al final del escenario. En esa estampa, el cura pronuncia la eucaristía acompañado del monaguillo y otro sacerdote en una misa que devuelve, aunque sea un poco, la normalidad a las fieles. Al final, el templo es el templo, eso está claro, pero si algo ha demostrado esta catástrofe es, que a pesar de las dificultades, Dios está en todas partes, también en el centro cultural de Picanya.

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