Reportaje

El hombre que transformaba el hormigón en arte

Los amantes del patrimonio conocen de sobra los barrios levantados por Socusa, la empresa valenciana de los hermanos Casanova Giner que, entre los años 1954 a 1968 construyó pisos a precio asequible. Con ellos, estaba Antonio Oltra Gras, cuyo ingenio y dominio de la piedra facilitó el acceso de cientos de personas a una vivienda digna.

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Tomás Roselló

La piedra artificial fue un material muy utilizado para la construcción de edificios de viviendas, especialmente entre los años cuarenta y sesenta del pasado siglo. Todo ello en un momento en el que el mármol o el granito, que resultaban más nobles, eran inaccesibles para los proyectos más modestos por su elevado coste. Con este acabado, compuesto interiormente de hormigón armado y que quedaba exteriormente coloreado imitando a la piedra natural, se solían realizar las bancadas y fregaderos de las cocinas, los platos de ducha y los polibanes de los baños, los escalones o los pavimentos. Así como, en el caso de las fachadas, se utilizaba para hacer elementos como las cornisas, los altoszócalos de planta baja o las molduras y repisas de ventanas y puertas.

Uno de los fabricantes valencianos de estas piezas de entonces fue Antonio Oltra Gras (Carcaixent, 1908-Mislata, 1980). Como nos recuerda su hijo Antonio Oltra Adelantado (Mislata, 1945), que trabajó con él, «una vez mi padre aprendió el oficio de la piedra artificial en un taller, alquiló una casa en la entonces huerta de Mislata, enfrente de la Prisión Modelo de València, donde hacia 1933 instaló en el corral su primigenia fábrica». Después de la Guerra Civil (1936-1939), cuando progresó su negocio, se trasladó a una planta baja de mayor superficie en la calle Juan Llorenç de València, donde llegó a tener treinta operarios a su cargo, hasta que quebró en 1953 como consecuencia de una fuerte crisis. Al cabo de poco tiempo, Oltra Gras se incorporó a la plantilla de Socusa (Solares y Construcciones, S.A.), propiedad entonces de los hermanos Casanova Giner, porque era amigo del mítico Luis Casanova. En consecuencia, por sus conocimientos y experiencia, Antonio Oltra pasó a realizar gran parte de las partidas de piedra artificial de las obras de Socusa, incluidas las que requerían moldes especiales a medida, para los cuales tenía una especial habilidad.

Este material contribuyó a hacer viable, des del punto de vista económico, la edificación de numerosos grupos residenciales proyectados por destacados arquitectos del momento, que fueron construidos por esta sociedad principalmente en el área metropolitana de València. Estos eran fruto, en algunos casos, de planes impulsados por el franquismo en respuesta al grave problema de la falta de vivienda, existente también en aquellas décadas. De esta manera Oltra Gras participó, desde su oficio, en la ejecución de diversas obras para Socusa, aproximadamente entre 1954 y 1968, conformando un equipo que llegó a tener nueve personas. Entre estas construcciones destacan, en los años cincuenta, el Grupo Malva-rosa o Casitas Rosa de los arquitectos Eduardo Alegre Fayos y Víctor Bueso Bellot. De hecho, como también nos cuenta el hijo de Antonio Oltra Gras, que estuvo en muchas de las obras de su padre, estas «eran fincas baratas, pero era una obra bien hecha. Él supo resolver como llevar a cabo las cornisas, que en ese caso eran unas piezas con forma de abanico. Fue un elemento decorativo que se hizo allí, que seguramente los arquitectos le indicaron exactamente lo que querían y mi padre ya se encargó de hacerlo posible». En esta misma década trabajó también en el Grupo Cardenal Benlloch y en la segunda fase del Grupo Paseo València al Mar o La Isla perdida, proyectados ambos por los arquitectos José Fonseca, Manuel Ruiz de la Prada, Juan Piqueras, José Gómez, José M. Rodríguez y Manuel Bastarreche. Y ya en los años sesenta, concretamente entre 1960 y 1962, participó en las obras del barrio del Carmen de Alaquàs, diseñado por Javier Goerlich. Poco después, en 1964, el uso de este material por parte de la empresa empezó a disminuir en favor del mármol.

Desafortunadamente, en torno a 1968, Oltra Gras cayó enfermo del corazón y ya no pudo continuar trabajando en Socusa, de manera que con su temprana jubilación se puso fin a su trayectoria profesional en el oficio de la piedra artificial. Desde su buen saber hacer, él contribuyó a dignificar la imagen y facilitar la funcionalidad de muchas de las viviendas de la València de la época, motivo por el cual hoy lo recordamos.

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