Las amigas, un salvavidas en tiempos de catástrofe
Las redes de apoyo entre mujeres mayores son vitales para quienes han perdido todo: "Te ayudan a ver que no estás sola"
Ahora, tras cuatro meses de digerir la catástrofe de la dana, vuelven las actividades que vertebran amistades más allá de la jubilación

Cipri y Mariluz junto a mujeres 'andarinas' y bolilleras, ante el barranco de Paiporta. / Germán Caballero

El epicentro de la dana, el núcleo de la zona cero, Paiporta, vuelve poco a poco a la vida. La gente habla por las calles, se para con el carro de la compra y con bolsas en las manos y llena de nuevo los bares a la hora del almuerzo. La tragedia ha sido el monopolio de las conversaciones en estos cuatro meses y verbalizarlo ha sido también una terapia. Un proceso de sanación. Sobre todo para las mujeres. Organismos internacionales alertan una y otra vez que en contextos de crisis las mujeres son un sector de la población especialmente desprotegido y vulnerable.
En contextos de catástrofe, las mujeres aumentan mucho más sus labores casi siempre invisibles, pero imprescindibles, de cuidados a mayores y pequeños y sus puestos de trabajo son los que más peligran. Una de las consecuencias más graves es que aumenta la violencia de género, pues muchas mujeres víctimas se ven obligadas a continuar conviviendo con sus maltratadores o a volver a hacerlo de nuevo al verse sin alternativa habitacional.
En contextos de crisis, como la pandemia y ahora la dana, volver a encontrarse es vital. El acceso limitado a las redes de apoyo es también una consecuencia de una situación extrema donde las condiciones básicas de vida quedan mermadas. Sobre todo para aquellas mujeres que han cargado con el peso de una familia, de una casa, de unos hijos y en muchas ocasiones también con una jornada laboral fuera del hogar. Todo ello haciendo doble trabajo, aunque el que se queda en casa ni tiene reconocimiento público ni valor productivo. Queda invisible. En la dana, las mujeres se han cargado a la espalda no solo toda la responsabilidad que ya tenían, sino también la reconstrucción de sus hogares, de sus calles, de su comunidad.
En el día de las mujeres, el 8M, es justo reconocer y poner en valor las redes de apoyo mutuo que se crean en grupos de actividades para mayor. La importancia de sentirse acompañada, escuchada, arropada en los momentos en los que una se siente más perdida y triste.
La importancia de las redes de apoyo
Las redes de apoyo son primordiales para volver a levantarse después de un golpe tan duro como el que han sufrido todos los pueblos de la dana. Sobre todo para las mujeres mayores, aquellas jubiladas que encuentran su rutina en actividades compartidas con otras personas, la mayoría también mujeres. Allí crean espacios de confianza, de confidencias, de socialización, también de amistad. Un apoyo emocional que en momentos de crisis se vuelve vital. Así lo cuenta Cipri, Mariluz, Maribel o Rosa, mujeres de Paiporta que han vuelto estas semanas a reunirse para andar, para hacer bolillos o yoga.
La actividad es una excusa, lo importante es acompañarse. Todas ellas además de Rufi, Marga, Loli y Cari se reúnen con Levante-EMV ante el barranco de Paiporta y en la víspera del 8M. La tónica es alegre. La razón: "Nos hemos vuelto a ver", comentan mientras se abrazan las unas a las otras. Dicen que es como volver al colegio con una libreta y un estuche de lápices de colores nuevos.
Cipri es la 'andarina' impulsora. "Andarinas", así le pusieron al grupo de mujeres (y ahora también hombres) que se juntan cada semana para caminar en Paiporta. Forman parte de la Xarxa comunitaria, una red de voluntariado que impulsó el ayuntamiento para hacer actividades de toda índole que cada día crece más.
"La dana nos ha cambiado la mente, es como si ya no fuéramos las mismas personas"
Fue después de la pandemia, hace ahora cinco años, cuando la necesidad imperiosa de salir de casa, de socializar, fue el motor que impulsó los paseos que se repiten semanalmente desde entonces. Al principio eran pocas, ahora son más de 50. Cipri tiene 74 años y es viuda desde los cincuenta. Ahora tiene pareja y una hija que vive con ella. Dice que la dana "nos ha cambiado la mente, es como si ya no fuéramos las mismas personas". La "psicosis" después el horror las acompaña desde entonces, cuenta. Hablar, explica, se convierte en una "terapia contra la soledad, un colchón emocional". "Cada una tenemos una historia. Nos entendemos, nos damos consuelo y apoyo. Nos abrazamos, lloramos juntas y cuando pudimos porque el aire ya estaba limpio, retomamos los paseos".
Una cita con amigas: "Saber que no estás sola, te da fuerzas"
Y salir a andar es su cita particular con amigas. "Es nuestra cita", dice Cipri. Es curioso porque esa misma palabra es la que emplea Mariluz, una paiportina de 65 años que hace bolillos desde hace décadas. La asociación de bolilleras nació en 2005 y reúne a varias mujeres alrededor de una labor centenaria. Mariluz dice que en pandemia fue duro, pero cuando salieron de casa, "volvimos a la vida, todo estaba como lo dejamos. Las tiendas, el ocio, las calles", enumera. Esta vez, en cambio, "ha sido diferente".
"Compartir vivencias te hace sentir acompañada, no estás sola. Sin haber una guerra, nuestro pueblo era una zona de guerra"
"A la mañana siguiente de la dana te das cuenta de que no hay nada de lo que conocías antes". Mariluz recuerda salir al balcón con los primeros rayos de sol y ponerse a llorar.Compañeras perdieron a familiares y tras meses de digestión de mucho más de lo que podían procesar, el pasado viernes volvieron a encontrarse. "Compartir vivencias te hace sentir acompañada, no estás sola y saber eso te da fuerzas. Sin haber una guerra, nuestro pueblo era una zona de guerra. Hablar con las amigas es terapia para el corazón, una cita semanal, ese rato donde te ríes, hablas de tus cosas sin tapujos e incluso criticas a tu pareja si quieres, te desahogas. Es una red de apoyo muy potente", dice Mariluz.
Volver a reconocerte
Una cita llama también Maribel, una "picaportina" como ella misma se define porque vivió 25 años en Picanya y hace 15 que vive en Paiporta, a las actividades semanales (yoga, arteterapia y escritura) que la conectan con su comunidad, una llena de mujeres que se han encontrado tras jubilarse.
"Sales de tu mundo limitado, es una válvula de escape que me ha caído del cielo. No me siento encerrada y en un mundo reducido", cuenta esta mujer que se jubiló hace tres años, con 66. La dana y este segundo temporal "que han sido días con un miedo irracional en el cuerpo" hace que Maribel y sus compañeras sientan "que se te cortan las alas, cuando ya has empezado a volar". "Tengo cuatro hijos y llevo toda la vida cuidando demás de trabajar en un hospital, también cuidando, un sector muy feminizado. Cuando dejé de trabajar, estuve un tiempo pensando qué me gustaba hacer, a explorar y recuperar mi tiempo y mi valor. Fue un trabajo de buscarme y encontrarme, volver a reconocerme como una mujer, que yo tengo valor y hay cosas que son importantes para mí", rememora Maribel.
Los primeros días tras la dana, Maribel señala que el Whatsapp ("muy denostado al principio") se convirtió en un apoyo emocional enorme. "Empezamos a organizarnos para ayudarnos entre nosotras, para visitar y ayudar a las amigas que más lo necesitaba en cada momento", dice.
"Salir del rol de cuidadora te revaloriza como persona"
Volver a juntarse en las actividades de la xarxa comunitària de Paiporta es para ella "una salvación y una terapia". "Juntarnos y salir de lo cotidiano y lo de casa, del cuidado de hijos y nietos, siendo actoras propias te revaloriza, te ves a ti misma con otros ojos", dice Maribel, que añade que volver a tener espacio con las amigas hace que salgas del rol "que se espera de ti" y "que los demás te vean con otros ojos".
Por último, preguntada por cómo concibe ella estos espacios de socialización, la mujer 'picaportina' dice que son "liberadores". Una acepción que entre mujeres se nota más. "Entre mujeres nos damos cuenta de que nos liberamos de una carga que te pesaba aunque no te dabas cuenta, de penas silenciadas que juntas, son menos penas".
Todas las mujeres consultadas para este reportaje coinciden en que si algo es necesario para la reconstrucción, es apoyarse en la comunidad que han construido, en parte, gracias a las actividades para mayores del pueblo. "Somos una red de amigas, un apoyo enorme, una fuerza para seguir a pesar de todas las vivencias de estos meses", concluyen.
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