Hasta aquí llegó el agua
Pequeño proyecto de pintura y fotografía que, a través de ambas disciplinas, evoca al recuerdo de lo ocurrido el 29 de octubre de 2024

El ave de Pedro Mecinas en la marca del agua. / P.M.
Pedro Mecinas
Es curioso y verídico como el paisaje que nos rodea y que habitamos es capaz de configurar nuestra memoria y nuestros recuerdos. Las calles del pueblo en el que veraneábamos cuando nuestros abuelos todavía estaban, nos evocan esos veranos cuando las visitamos de nuevo ya de adultos. De esa misma manera, los cambios producidos en el paisaje debido a la riada nos evocan esos días tan difíciles -por no decir imposibles- de olvidar.

La marca del agua y el ave de Pedro Mecinas. / P.M.
En este caso, hay un elemento que sin duda a todos nos ha sorprendido, y es la línea que se ha dibujado justo hasta donde llegó el nivel del agua. Ésta varía enormemente de un lugar a otro, siendo más alta o más baja, pero lo que está claro es que pasará mucho tiempo hasta que todas estas marcas desaparezcan. Me resulta también un hecho muy significativo que esa línea separe la destrucción de lo que permaneció intacto, como si fuera una metáfora entre el bien y el mal, entre lo que se va y lo que se queda.
Las marcas que quedan
Resulta complicado también pasar página cuando hay tantísimos signos visibles como estas marcas (aparte de basura, barro seco, socavones en el pavimento, mobiliario roto y un largo etc) que nos recuerdan diferentes historias según el lugar donde se pueden ver. De hecho, muchas de las personas afectadas recuerdan anécdotas terribles asociadas a algunas de estas marcas.

El ave en la marca de una casa. / P.M.
Otras, han tratado de borrarlas lo más rápido posible -como es lógico-. Yo mismo he estado pintando algunos locales, comercios y garajes que, una vez pintados cobran un nuevo sentido, como si renacieran. Existe toda una psicología del color que afecta directamente a los sentimientos, y que se intensifica y se hace más palpable aún si cabe después de un fenómeno como el que hemos vivido que lo ha teñido todo de color marrón.
Un ave que "alça el vol"
Está pieza tallada en madera y pintada al óleo, muestra una golondrina que se compone de todos estos conceptos y sentimientos. Un ave que "alça el vol" pero que no olvida lo que ha pasado, manchada por esa línea para siempre. Las aves y la naturaleza nos han enseñado que juntos siempre se puede más, y para mí se han convertido en una metáfora idónea justo de ello durante la dana. Tenemos el ejemplo de pájaros que vuelan en formación y, que cuando el individuo que va en cola empieza a cansarse, el que va primero se pone justo detrás de él para que éste no se separe del grupo.

El estudio de Pedro Mecinas / P.M.
Lo mismo ha pasado con la dana, que cuando nos flaqueaban las fuerzas o el ánimo, siempre había otra persona decidida a ayudarte de la manera que fuera. Esta golondrina, aunque es un sólo individuo, también representa esa idea. En cierto sentido, está formada de mitad hacía arriba de recuerdos buenos y, de mitad hacía abajo, de recuerdos no tan buenos, pero que juntos conforman nuestra memoria y nuestra relación con el mundo, con las personas y con nosotros mismos.
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