"Alegría, alegría, alegría": Resurrección real en Torrent

La Reina del Encuentro Lucía Mora, una figura única en España, preside el momento en el que la Virgen María se encuentra con Jesús Resucitado

Encuentro de Domingo de Resurrección en Torrent

JC

Alfredo Castelló

Alfredo Castelló

Suena como un resorte 'El Mesías' de Haendel mientras miles de Aleluyas sobrevuelan una mar multicolor de vestas.El estruendo de las tracas se entremezcla con los aplausos de los centenares de personas que se agolpan en la calle y en los balcones que rodean la Torre. Las hermandades hacen sonar sus tambores y trompetas en señal de alegría. Cristo ha resucitado. Es el epílogo del Encuentro de la Resurección de Torrent, el final de una película que comenzaba hora y media antes.

Son las nueve de la mañana y las 18 hermandades se concentran a partes iguales en dos puntos: la iglesia de Monte-Sión y la parroquia de la Asunción. Una a una van iniciando un desfile que tiene como meta la Plaça Major, bajo la Carxofa. Los tambores ya no suenan como la noche del viernes. Tienen un brío especial. Las cornetas entonan marchas que destilan alegría. Poco a poco, las hermandades van llegando a su destino. Se mezclan unas con otras. También los sonidos de los instrumentos, formando una amalgama musical difícil se seguir para capuchinos y público.

"Alegría, alegría, alegría": El encuentro en Torrent

Eduardo Ripoll

La leyenda de Germana de Foix

Pero el Domingo de Resurrección de Torrent es difierente al resto. La presencia de la Reina del Encuentro lo convierte en un acto único en España. Este año Lucía Mora es la joven que se mete en el papel de Germana de Foix, la virreina de Valencia, que, según la leyenda, participó en alguna ocasión en las celebraciones del Domingo de Pascua y pidió que cada año una torrentina lo hiciera por ella. 

La joven, con su larga capa de terciopelo rojo y luciendo el collar que portó su abuela como Reina del Encuentro a mitad del pasado siglo, baja por la calle del Convent. Centra las miradas, y los piropos. "Guapa", gritan un grupo de mujeres a mitad de la cuesta despertando los aplausos. Ella soríe, mientras ya divisa a lo lejos la Carxofa y la gran cantidad de público que aguarda junto a la Torre. Es como esa película favorita que han visto decenas de veces: saben como acaba pero nadie se la quiere perder.

El cortejo real ha llegado a la Torre. También el Cristo Resucitado de la Vera Cruz y la imagen de la Virgen de Monte-Sión, que luce velo negro en señal de luto por la muerte de su hijo tres días antes. Ambas pasos se abren hueco entre decenas de vestas. Lucía Mora mira al cielo, hace sol y un ligero viento. Como la novia antes de la boda o la fallera mayor antes de la Ofrenda, ha consultado la previsión meteorológica varias veces al día durante la última semana.

"Alegría, alegría, alegría"

El fuerte sonido de una trompeta provoca el silencio. Una alocución, narrada la voz de la propia Lucía Mora, relata el encuentro entre Jesús y su madre. "Alegría, alegría, alegría", grita la joven, mientras lanza un beso al cielo. La Mare de Déu ya no luce el velo negro. Irene, una de las camareras, no puede contener las lágrimas.

La corneta que antes marcaba silencio pide ahora algarabía. La Carxofa se abre y deja caer miles de Aleluyas, pequeñas papeletas de colores con versos dedicados a la Reina, las hermandades o en forma de crítica a la actualidad social o política, mientras los cofrades se quitan el cupuchón en señal de alegría y hacen sonar sus instrumentos. Las campanas de las iglesias resuenan con fuerza. Lucía, con su Aleluya en la mano, mira la imagen de Jesús. Son los protagonistas. Ambos conforman la Resurrección Real.

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