Especial Comercio Local
Voces de esperanza en los comercios de l’Horta Sud después de la dana
La riada del pasado 29 de octubre dejó en ‘shock’ a muchos propietarios de negocios de las zonas afectadas, pero seis meses después relatan historias de superación que dan pie al optimismo

El antes y el después de ViUyoga, un estudio de yoga de Massanassa, después de la dana. / L-EMV

El 25 de octubre se celebra cada año el día del Comercio Local en la Comunitat Valenciana, fecha que todos los consistorios tienen marcado en su calendario para promover las compras de proximidad, que son un revulsivo no solo para la economía de las poblaciones, sino también para la vida social de los pueblos. Ese mismo día, que cayó viernes, diversos ayuntamientos organizaron actos en conmemoración a esta fecha. Fue el caso del Ayuntamiento de Massanassa, que celebró una gala en la que otorgó distintos reconocimientos a tiendas y empresarios del municipio y Vicenta Casañ Olmos, propietaria de un centro de yoga, fue galardonada con el premio a «Emprendedora Femenina». Casañ no se esperaba- ni nadie- que tan solo cuatro días después todo el esfuerzo y el trabajo por el que le han otorgado tal distinción, su local iba a ser arrasado por la dana del 29 de octubre.
«Veía posible volver a abrir porque soy una persona emprendedora. Lo veía todo arrasado, pero pensé que tenía que ponerme manos a la obra y quitar barro para salir hacia delante, aunque luego te das cuenta de la magnitud de lo ocurrido. No es solo que ha entrado barro, también es a nivel emocional, había que reconstruir mucho a todos los niveles», expresa la propietaria de ‘ViU Yoga’. En su estudio, entró un metro de agua llevándose todos los materiales del centro ya que estaban todos en el suelo.
Tras meses de mucho trabajo y con la ayuda de voluntarios y particulares, así como de otros centros de yoga, el local volvió a abrir sus puertas el pasado 1 de abril. «Me ponía como reto abrir el 1 de cada mes, pero se complicaba por el tema de las humedades, finalmente abrí en abril con una jornada de puertas abiertas de 15 días para que las personas pudiesen venir de forma gratuita a este centro y conectar con un espacio seguro. Sentía que tenía que abrir por la gente, ofrezco un servicio a la comunidad y durante estos meses de estrés la gente no podía venir a desconectar a su centro de yoga», explica Vicenta.
En Albal, uno de los comercios más tradicionales que data en el 1973 también se vio afectado por la riada. Se trata de la pastelería ‘Galán’, quien vio cerradas sus puertas después de 52 años de trabajo en el pueblo. «Los primeros días fueron horribles, entró sobre un metro cuarenta de agua y quedó todo destrozado, no éramos conscientes de que iba a ser del negocio, solo nos dedicábamos a sacar barro, limpiar, y a partir de ahí ya veríamos», confiesa José Vicente Galán, dueño del local que abrieron sus padres hace cinco décadas.
No obstante, a medida que iban recibiendo ayuda- sobre todo de los voluntarios y voluntarias- y donaciones particulares, empezaron a ver la luz para poder reabrir el obrador. «Los vecinos y vecinas de Albal se volcaron con nosotros y eso nos empujó a retomar la actividad, nos decían que la pastelería Galán no podía acabar así». De esta manera fue como el 1 de febrero, coincidiendo con la Fira de Sant Blai, este local que es un símbolo del municipio abrió sus puertas al 100 %. «Estamos muy contentos del recibimiento, hemos vuelto con más apoyo de la gente y, al haber menos hornos que todavía no han podido abrir, viene más gente, que busca calidad y compra en el comercio local».
La carnicería ‘A Tallaetes’, en Benetússer, vive una situación similar. El 11 de diciembre, coincidiendo con la fecha de su apertura hace 11 años, volvió a abrir al público gracias a la ayuda de todo el voluntariado que se volcó con el negocio. «Abrimos antes de navidad, que es la temporada alta para nosotros, y desde el inicio estuvimos al 100 % en todo el servicio y las producciones», comenta Bruno Moreno, hijo de los propietarios, que al igual que en Galán, han notado como después de la dana su clientela ha crecido. «Estamos teniendo una respuesta que no habíamos tenido nunca, en parte por la escasez de carnicerías artesanas y, tras la dana, cada semana no ha dejado de venir gente nueva», añade Moreno, que subraya que después de que hayan vuelto a abrir los grandes supermercados, no han visto reducida su facturación.

El antes y el después de A Tallaetes, carnicería de Benetússer, después de la dana. / L-EMV
Otra realidad en Paiporta
Sin embargo, los comercios de Paiporta, una de las localidades más golpeadas por la dana, viven otra realidad. «La puerta está muy parada en Paiporta, apenas entran clientes a lo largo del día», lamenta Mayte Fuertes, empresaria de la boutique ‘Cuadrícula’. Mayte tiene la tienda al lado de la pasarela, próximo al barranco, y el día de la dana estaba en su comercio, pensaba que iba a perder la vida, pero la rescató un vecino. Lo que sí que perdió fue todo su negocio. «Al principio veía imposible volver a abrir, mi tienda se convirtió en un punto de alimentos, y con la ayuda de muchísima gente pude volver en diciembre», agrega.
No obstante, al estar en el casco antiguo y con la pasarela todavía sin reconstruir, hay poco tráfico de personas por la zona y apenas hay otros negocios. «El comercio está decaído en Paiporta, en mi zona que es la de la parte del barranco no abre nadie y al no estar la pasarla, no hay zona de paso para que acceda la gente». Además, Mayte manifiesta que aún sufre ataques de ansiedad: «fui en Semana Santa a mi pueblo, Zamora, y al volver aquí y ver cómo sigue todo, volví a tener un ataque».
Indumentaria valenciana
«Pensábamos que no abriríamos, ha habido muchos días de tirar la toalla, perdimos todo, pero la ayuda de la gente te anima», expresan Susana Inarejos y María Monteagudo, socias de la tienda de indumentaria valenciana ‘deSedaiOr’ de Catarroja. «Lo primero que pensamos es que teníamos que cumplir con el reinado de las falleras mayores que han confiado en nosotras su traje», explican. Así, devolvieron algunas telas con barro, que consiguieron recuperar, y confeccionaron los trajes de las representantes que lo solicitaron. Tras pasar la semana fallera, se centraron en la reapertura de la tienda y desde el pasado 22 de abril está abierta al público. «Nos ha costado todo mucho, no encontrábamos mano de obra para rehabilitar el local, pero por fin hemos abierto a falta de que nos llegue más material».
Estas son algunas historias de personas que han podido rehacer su vida y levantar sus comercios, aunque todavía queda mucho por hacer para que los pueblos vuelvan a tener la misma actividad que antes de la dana y para que todas las personas puedan salir hacia delante con sus proyectos de vida.
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