Seis meses de la dana/Hogares destrozados

Vecinos de Paiporta con su casa destrozada: "Lo que tengo claro es que yo allí no vuelvo a vivir"

Ramón arregla como puede la planta baja donde residía para alquilarla

Paula quiere volver, pero han derribado su casa

Vecinos de Catarroja desolados al ver el derribo de sus casas afectadas por la dana

J.M. López

«Cuando se hizo de día no tenía nada, ni unos calzoncillos ¿cómo puede ser que no tenga ni eso?». Esa era la pregunta que rondaba la cabeza de Ramón, que vive en Paiporta junto al barranco al ver con la luz del día que su casa estaba totalmente destrozada. 2,85 metros de agua inundaron la planta baja donde vivía en una casa familiar. Aquella tarde dormía la siesta y los ladridos de su perro Pepe le despertaron. Y menos mal, porque ambos se pudieron poner a salvo. 

Ramón mira el techo destrozado de su vivienda en Paiporta.

Ramón mira el techo destrozado de su vivienda en Paiporta. / V.P.

No tiene ahorros para poder arreglarla y con lo poco que tiene va pagando cada cosa que hacen los profesionales. Les llama para una cosa, luego para otra, pero va poco a poco. Ramón dice que tiene la suerte que en la planta de arriba tiene la casa de su familia, cerrada a cal y canto antes de la dana, tras morir sus padres, a quienes cuidó muchos años. «Voy arreglando lo que pueda, para poder reformarla y alquilar la planta baja, pero lo que tengo claro es que yo allí no vuelvo a vivir», dice, mirando por el balcón de una habitación de la vivienda del primero piso, que va pintando en sus ratos libres. La casa es familiar y no consta a su nombre, así que las ayudas por vivienda «no me llegan» y «yo, con el Ingreso Mínimo Vital, no puedo hacer grandes inversiones». La intención es reacondicionar el bajo pero a Ramón lo que pasó el 29 de octubre no se le olvida. «Pasé mucho miedo y no quiero volver a vivir eso, por eso no quiero vivir abajo». Lo menciona y le salen lágrimas de los ojos. Él ayudó lo que pudo y más. Vive cerca del Casino, donde se instaló el World Central Kitchen del chef José Andrés, del que dice que es muy amigo. «Hice miles de paellas de golpe, me puse como coordinador de cocina y así aportaba su granito de arena».

Sin ayuda

Paula y la madre de Aarón, sí que quieren volver a sus casas en Catarroja, pero no pueden. El impacto del agua afectó gravemente la estructura de cinco de los bungalows que ocupan una manzana en la calle Tribunal de les Aigües, y los técnicos consideraron que debían derribarlos por miedo a posible derrumbe. Y así se hizo el pasado mes de febrero.

Sarai, Aarón y Paula delante de los bungalows de Catarroja.

Sarai, Aarón y Paula delante de los bungalows de Catarroja. / P.O.

A Paula no le ha quedado otra que alquilarse otro piso con su marido y sus dos hijos. «Vivía en alquiler con opción a compra y ya estaba tramitando la compra porque mis hijos se han criado ahí, menos mal que no me metí en una hipoteca, aunque ye le he dicho al dueño que si se reconstruye quiero volver». Fácil no va a ser, por una parte está su hija, que asegura tener miedo cada vez que llueve y no quiere bajar de la planta alta donde ahora vive, y la otra es que la comunidad de vecinos está costeando el derribo y el dinero se agota. «Queremos encargar un estudio para ver la afectación del resto de casas y también la cimentación, pero estamos al límite», explica Aarón, que tiene a su madre viviendo en un piso de alquiler en Alcàsser junto a su hermana, «que vivía en una planta baja en el Parque Alcosa deAlfafar y también lo han perdido todo, así que ahora viven todos juntos y al menos solo pagamos un alquiler».

Estado actual de los adosados que tuvieron que ser derribados tras los desperfectos causados por la dana en Catarroja. Junto al barranco del Poyo. VLC

Estado actual de los adosados que tuvieron que ser derribados tras los desperfectos causados por la dana en Catarroja. Junto al barranco del Poyo. VLC / José Manuel López

Aarón afirma que su madre ha recibido la primera ayuda al alquiler. Paula no. «Ojalá llegue pronto, porque también estoy pagando el préstamo del coche que lo perdí, mi marido también ha visto afectado su trabajo, así que la situación es dura».

Sarai, en cambio, sigue viviendo en uno de esos bungalows salvados del derribo, «pero con miedo. Ya han comenzado a salir algunas grietas».

Tracking Pixel Contents