Una biblioteca de cosas: "Un taladro tiene una vida útil de ocho minutos, luego vive en un cajón"
La Xarxa d'Economia Alternativa i Solidaria organiza una jornada en Paiporta para compartir experiencias asociativas y comunitarias, "claves para la reconstrucción" tras la dana

La jornada de compartir experiencias comunitarias en el Museu de la Rajoleria en Paiporta. / V.P.

Después de un primer 'shock' tras el paso de una dana devastadora que se llevó por delante pueblos enteros, y en la víspera del primer aniversario de esta monumental barrancada, el territorio se encuentra en plena reconstrucción. Pero, ¿cómo queremos reconstruir la comunidad? ¿De qué manera podemos volver a restablecer la cotidianidad de un barrio, de un pueblo, para recuperar la vida? La comunidad parece la clave para protegerse de nuevas catástrofes, pero también para recuperarse de una herida todavía por cerrar.
De eso, de compartir experiencias comunitarias aquí y allá, se habló este jueves en el Museu de la Rajoleria de Paiporta, donde tuvo lugar la jornada "Espais i recursos comunitaris per a la reconstrucció", organizada por la Xarxa de l'Economia Alternativa i Solidària (XEAS), la cooperativa La Dula y la Escuela Ciudadana de los Comités Locales de Emergencia y Reconstrucción (CLER), una iniciativa que se estrenó en esta jornada.
"Infraestructura comunitaria resiliente"
A la cita acudieron representantes de las asociaciones Ca Saforaui de Gandia; Del Camp a la Taula, en Albal, la Fundació Horta Sud, la Koordinadora Kolectivos Parke de Alfafar y la Caixa de Eines i Feines de Barcelona, así como la cooperativa La Dula.
El encuentro, convertido en un círculo de compartir experiencias, reflexionó sobre el espacio público como uno de aprendizaje colectivo y de cómo construir lo que ellos llamaron una 'infraestructura comunitaria resiliente' después de la catástrofe. Una que sea capaz de resistir, adaptarse y recuperarse después de emergencias como la ocurrida en la dana a través de la autogestión y el tejido asociativo. La Dula planteó la necesidad de tener recursos económicos y de cómo ampliar una base social de personas organizadas.
La asociación invitada que venía de más lejos, la Caixa de Eines i Feines de Barcelona, explicó a través de su representante, Daniel, en qué consiste su actividad, basada en el préstamo de cosas y los talleres de autoreparación de aparatos eléctricos, electrodomésticos y bicicletas, entre otras cosas. Tienen una 'biblioteca de objetos' y una agenda de contactos de gente que hace faenas con dos pilares de valores y objetivos.
El primero, desde una política ecologista de oposición al consumismo y la reducción de residuos. "Un taladro tiene una vida útil en una casa de ocho minutos. Una vez lo usas, se queda en un cajón", dijo como ejemplo Daniel. En cambio, si lo coges prestado de la biblioteca común, no compras y compartes un objeto que se necesita en contadas ocasiones, como puede ser también una silla de ruedas; una máquina hidrolimpiadora, un carro o un transportín para animales.
El segundo pilar es la parte comunitaria. la Caixa d'Eines i Feines se ubica en un bajo de una plaza muy transitada y diversa del barrio, lo facilita que la gente se acerque, se conozca, participe. Además, los sábados por la mañana celebran talleres de 'autoreparación' de electrodomésticos y bicicletas abiertos a todo el vecindario, que puede acudir a aprender cómo arreglar una tostadora, un secador o el freno de su bicicleta.
La agricultura, el intercambio cultural y los centros comunitarios
Durante la jornada, también tomaron la palabra otras asociaciones, más enraizadas a la realidad territorial valenciana. Una de las conclusiones principales aportadas por el Kolectivo Parke fue la importancia de "construir la comunidad desde la comunidad y no para la comunidad".
Del Camp a la Taula contó su experiencia acercando la agricultura regenerativa y la educación ambiental a las escuelas y al pueblo a través de la generación de compost con sus huertos comunitarios y Ca Saforaui compartió su experiencia con colectivos vulnerables, donde el intercambio de aprendizajes culturales sirvió más para acercar a la población migrante a la vida comunitaria que las clases propuestas en un inicio para su integración.
Por su parte, la Fundació Horta Sud compartió el camino de apoyo al asociacionismo valenciano, sobre todo en la comarca de l'Horta Sud, después de la catástrofe. Primero a través de una recaudación de fondos, un diagnóstico de daños y ahora con la compra de una antigua discoteca en Benetússer para convertirla en un centro comunitario gestionado por las asociaciones y enfocado en fortalecer el tejido asociativo.
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