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Un año de la dana

El primer bar en abrir en Paiporta: "La dana nos ha enseñado que la gente buena abunda"

Gema y Alfredo volvieron a la actividad dos semanas después de la catástrofe y un año después hacen balance de lo vivido: "Tenía que volver al negocio como fuera"

Gema y Alfredo explican el primer año abiertos en Paiporta después de vivir la dana

Daniel Tortajada

Violeta Peraita

Violeta Peraita

Paiporta

Gema y Alfredo regentan desde hace 17 años el bar Don Jamón de Paiporta. El 29 de octubre de 2024, hace ahora un año, el barro inundó por completo el negocio, su casa en Picanya y también puso patas arriba sus vidas. Con un carácter inquieto, dinámico y muy resolutivo, Gema explica que fueron el primer establecimiento en abrir en Paiporta, el 18 de noviembre, tan solo dos semanas después de la catástrofe.

Eso supuso un volumen de trabajo tremendo pero también una satisfacción de realizar una labor social al pueblo cuando no había más bares ni tampoco supermercados. "El poder tomarse un café en esos momentos, el poder sentarse y tomarte unas bravas, eso era un regalazo. Cambiaba la cara". No fue fácil, pero había que tirar hacia delante, resume Gema. "Yo estaba en shock, mientras quitaba barro pensaba en cómo podía salir de esa situación", explica la mujer, que recuerda cómo algo así "te cambia por completo la vida en un abrir y cerrar de ojos".

Gema estuvo unos días como ausente tras inundar el pueblo el fango. "La gente me hablaba y yo no escuchaba. Estaba fuera de todo. Esto es lo peor que me ha pasado en la vida, pensaba que uno no podía llegar a estos límites. A la semana empecé a reaccionar y dije: 'tengo que volver a abrir como sea' y puse toda mi energía en eso. Abrí a los 20 días gracias a la ayuda de voluntarios, amigos...si no fuera por ellos, habría sido imposible". Por ellos y por la ciudadanía, que ha ayudado a la pareja a salir adelante.

Las ayudas, un respaldo

Por eso, "cada vez que ven que un comercio nuevo abre en Paiporta nos alegramos muchísimo, porque sabemos lo mal que lo han poddo pasar y somos los primeros que van a hacer gasto de lo que sea al comercio local. Nos tenemos que ayudar entre todos".

Las ayudas recibidas han supuesto un "respaldo" que los hosteleres agradecen. "Los primeros meses han sido caóticos. Fui una afortunada porque mi fuente de ingresos fue empezar a trabajar, también quiero destacar que me quito el sombrero con el señor Juan Roig. Tardó horas en solucionar mi problema. En el momento que solicité su ayuda, un viernes a las 16 horas, ese mismo dia a las 20 horas de la tarde tenía ingresado el dinero. Con la cantidad de personas que somos, él no me conoce de nada pero me ayudó a la primera. Eso es majestuoso".

Por otra parte, señala que el consorcio ha puesto problemas, aunque entiende que "somos muchos los afectados". "Burocráticamente ha sido todo tedioso, pero también es verdad que las ayudas están llegando poco a poco y eso es un respaldo enorme".

Además del consorcio, las ayudas públicas y privadas, las personas afectadas contaron con "muchísimas manos desinteresadas" a las que agradecen infinitamente su implicación altruista durante la conversación que tienen con Levante-EMV. "A mi esto me ha enseñado a que abunda más la gente buena que la mala. Me ha enseñado a ser mejor. Cualquier cosa que dé yo para ayudar, es poco. Yo quiero ser como las personas que me han ayudado. Desconocidos que se convierten en amigos", añade Gema.

La mujer asegura que ha aprendido a tomarse todo "de otra manera". "Siempre me he tomado las cosas muy a pecho, pero esto te ayuda a relativizar. Me ha demostrado que somos súper valientes, porque de estar en lo más bajo, en el inframundo, a poder salir airosos...sé que ahora me pueden venir bofetadas en la vida que yo voy a salir adelante. Soy capaz de todo", dice.

"Escuchar la alerta hace que se me erice la piel"

Con todo, lo vivido no se esfuma de un plumazo como si nada, tampoco se olvida y deja secuelas. Lo explica la hostelera y ejemplifica con las últimas alarmas de Es Alert de las lluvias registradas este otoño de 2025, cuando también se decretó alerta roja. "Se me eriza la piel cuando escucho ese sonido. No quiero volver a escucharlo nunca, porque me traslada a aquella tarde. Ha sido traumático y el ruido de la alerta o la alarma de un coche hace que mi cuerpo se estremezca. Nunca quiero volver a escuchar eso, sé que es parte de las secuelas que dejó la dana", explica la mujer.

Preguntada por si cree que si la alarma del 29 de octubre de 2024 hubiera sonado antes, las consecuencias hubieran sido distintas, cree que cada uno hubiera sido responsable de las decisiones que hubira tomado. "Lo que no es justo es que sin comerlo ni beberlo, nadie sabíamos qué estaba pasando. Ni siquiera nos dejaron tomar la decisión de equivocarnos".

Por otra parte se preguntan si, después de un año para prepararnos para una situación, tenemos las herramientas para responder a otra dana. "Yo no lo sé, yo solo sé hacer cafés y cada uno tiene que ser responsable de sus actos".

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