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Testimonios de Chiva un año después de la dana: "Todavía hay gente que no puede vivir en su casa"

El vecindario de Chiva reconoce las mejoras en el municipio tras un año del 29-O, a pesar de las dificultades de las personas con viviendas ubicadas en el barranco y negocios que aún no han cobrado el dinero del consorcio

Testimonios de Chiva un año de la dana: "Soy optimista y creo que poco a poco se irá recuperando todo"

Germán Caballero

Sara García

Sara García

Chiva

Un año después de la dana, Chiva se encuentra en plena reconstrucción. El barranco del Poyo, que parte de este municipio, atraviesa el centro del municipio, dejando una mayor estampa de catástrofe, ya que además de estar ubicado en el casco urbano y no en las afueras como en otros municipios, la riada afectó a todas las viviendas que se ubican sobre el barranco y a día de hoy aún permanece esta imagen.

No obstante, el pueblo ha mejorado durante este último año. La nueva pasarela que une la calle Pintor Mora Yuste con la calle Buñol, sobre el barranco, ha ayudado a que los vecinos y vecinas puedan pasar "a la otra parte del pueblo" y sea más accesible realizar tareas del día a día como hacer la compra o ir a la estación del tren. La reapertura de comercios locales también ha devuelto la vida a una zona que no olvida el paso de la barrancada.

"Ese día estaba trabajando, estaba lloviendo y en menos de diez minutos ya entró el agua. Entonces, cerramos la puerta, pero vino un coche empujando agua y la rompió, haciendo que entrara más agua. Estábamos tres personas aquí dentro, pero un vecino de arriba me escuchó y vino para abajo a ayudarnos y rompió la puerta para que pudiéramos salir", relata Santinder, que regenta una tienda de alimentación en la calle Ramón y Cajal, justo en frente de la parte alta del barranco.

Satinder en su tienda de alimentación en Chiva, un año después de la dana.

Satinder en su tienda de alimentación en Chiva, un año después de la dana. / Germán Caballero

Satinder cuenta que estuvo limpiando el local durante dos semanas, y que gente del pueblo fue a ayudarles. Ese impulso del voluntariado fue el que les ayudó a poder abrir la tienda de nuevo. No obstante, un año después, todavía están a la espera de cobrar el dinero del consorcio. "Estoy llamando todos los días, pero no me dicen nada, he tenido que pedir préstamos al banco para poder abrir y mantener el negocio", reclama. A pesar de las dificultades, la tienda de Satinder estuvo suministrando agua desde el principio de la tragedia.

Voluntariado

Amparo Sancho, vecina de Satinder, va a comprar a este comercio y nos explica cómo vivió ella esta noche y cómo ve la recuperación de la localidad. "La noche de la dana lo pasé muy mal, perdimos la comunicación con un hermano, no cogía el teléfono, no sabíamos nada de él ni de mi cuñada... y a la mañana siguiente, cuando vi cómo estaba el pueblo fue horroroso, me vine abajo, llovió mucho pero para lo que pasó no me lo imaginaba, pero en el monte llovió muchísimo".

Amparo Sancho observa el barranco del Poyo desde la calle Ramón y Cajal.

Amparo Sancho observa el barranco del Poyo desde la calle Ramón y Cajal. / Germán Caballero

"Si al día siguente de la dana no se remangan los agricultores, los que llevaban tractor y herramientas, aún estaríamos aquí quitando barro", afirma Amparo. Además, la vecina de Chiva agradece al voluntariado "que vino de fuera": "cuando yo iba a hacer algo, enseguida la gente joven me ayudaba, les di más que las gracias". Sobre cómo ve el pueblo tras un año, declara que "las cosas van muy despacio, pero que es tanto lo que hay que arreglar que es normal, soy optimista y creo que poco a poco se irá recuperando todo". Además, añade que "es triste que te quiten la casa, pero igual hemos hecho cosas en el sitio que no tocaba" y espera que "se hagan cosas para que si vuelve a pasar, no suceda esta catástrofe otra vez".

Bajando unos metros por la c/ Ramón y Cajal, llegamos a la c/ Buñol, la parte baja del barranco. Ahí nos encontramos con otra vecina, Tere Pascual, quien acaba de salir de la tienda Hogar y Moda Cunquero, que volvió a abrir sus puertas en el mes de agosto tras la dana. "En esta ubicación se ve en primer plano que el agua llegó hasta las ventanas de los edificios y que arrastró todo en su paso, barandillas, paredes... se tuvo que ir todo el mundo fuera y han estado sin poder vivir durante un tiempo". Pascual añade que en otras calles, como la San Isidro, "no viven ahí aún".

"Después de un año la cosa ha mejorado bastante, por lo menos podemos desplazarnos por el pueblo. Se han dado prisa para recuperar las infraestructuras porque había mucha destroza, ha sido muy feo", concluye.

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